Trazó las curvas de la vida con la misma habilidad que las de las mil carreteras de España, esaa que fueron su casa y parte de su familia durante muchos años. Se conocía cada tramo, cada cambio de rasante y cada cruce al dedillo, y en su cabeza almacenaba una fotografía de cada uno de los baches a los que se enfrentaba en ess noches heladas de invierno o en esas tardes de siesta de verano. Pero en su cabeza tenía muchas más cosas y entre ellas su amor a flor de piel por Blacos y sus gentes. Después de cientos de kilómetros a sus espaldas, no le importaba hacer unos pocos más para llegar hasta la casa de algún paisano y gastarle esas bromas que se merecen pasar a la historia. De esto podían hablarnos largo y tendido, Gerardo, Nicomedes o mi tío Ismael, por ejemplo. Y si las bromas eran buenas, su memoria era un prodigio y las almacenaba todas. Era capaz de contarlas con pelos y señales muchos años después y las vivía con la misma intensidad que el día que las hizo. No se me olcvidará aquella noche en vela en el bar, que la comenzó y la terminó él con un monólogo de chistes. Los que escuhábamos nos teníamos que ir turnando para reirnos porque era imposible seguir su ritmo. Igual te contaba uno de vascos que uno de andaluces poniendo a cada uno su acento correspondiente. Y es que su vida no era un chiste ni mucho menos, aunque él siempre le daba el toque humorístico adecuado. Y lo mejor es que era la suya una alegría contagiosa que en sus años de jubilación, cuando llegaba a Blacos, se encargaba de hacerla llegar a todos los rincones. No conozco a nadie que no haya sido capaz de despertarle una sonrisa. Hasta su salud se la tomaba a broma y contaba con un cachondeo fino las inyecciones de EPO que le ponían a diario. Decía que se dopaba como los deportistas y que de paso arruinaba a la seguridad social con el precio de las medicinas. Con la habilidad que siempre demostró al volante, el del camión y el de la vida, ha trazado su última curva. Pero esta vez no sabía lo que le esperaba al otro lado. Buena ruta, Felipe, amigo. Ojalá que ya no encuentres más baches en esas otras carreteras.