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BLACOS: Mucha gente conoce mi fobia al agua, pero que quede...

Mucha gente conoce mi fobia al agua, pero que quede claro a las grandes superficies de agua no a la que puede caer por el deagüe de la ducha. Y seguro que muchos de los que me conocen comparten también una de mis dos fobias. Seguro que recuerdan aquellos duros inviernos de nuestra infancia. Te levantabas con muchos grados bajo cero y después de desayunar había que asearse para ir a la escuela. Nuestra madres rompían el hielo de los cubos o de las bocas de los cántaros y llenaban la palangana. Con ese líqido gélido nos lavaban las manos y als orejas y nos peinaban el flequillo, que era el poco pelo que nos dejaba en la cabeza el carnicero capilar de La Torre. Es fácil comprender que odiábamos el agua con toda mi alma porque era la primera de las torturas del día. Yo siempre me acuerdo cuando mi madre, la teniente O´Neill, le decía a tod el que la quería oir: "A mi Alejandro no le gusta nafda lavarse, es un marrano". Y yo decía: joer y a quien le gusta lavarse con un pedazo de hielo en una mañana bajo cero. Y de ahí empezó a nacer una fama que no me merezco porque siempre he sido limpio como los chorros del oro.
La otra fobia, ésta ya más privada, al descubrí hace no muchos años. Resulta que cuando era muy pequeño, creo que todavía andaba a gatas, un descuido de mi "hermano cuidador", hizo que me cayera en el pilón de la Fuente Negrilla. Estuve a punto de ahogarme y si no es por las manos salvadoras de Miguel no lo cuento. Ahora parece una tontería pero entonces el pilón estaba lleno a rebosar y me cubría completamente. Ahí nació mi fobia que siempre me ha perseguido aunque haya sido en el subconsciente. Y desde entonces huía de ríos, mares y oceános como alma que lleva el diablo. Sufrí auténticas pesadillas cuando en los veranos estaba de moda ir a bañarse al río Abión. A mi me parecía un mar de aguas bravas y peligrosas y siempre vbuscaba excusas para no bañarme. Hasta me lo tomé con humor, y a veces llevaba un cubo para lavarme la cabeza y los pies, pero eso sí siempre en la orilla, lejos del peligro. Nunca lo he dicho pero en aquellos años mis primos Enrique y Jose Maria eran mis ídolos. Nadaban como peces y se divertáin como enanos, dos cosas que no estaban a mi alcance. Todavía recuerdo cuando José Mari cruzó a nado el pantano de la Cuerda del Pozo y mi tío Ismael desde la orilla se cagaba en todas sus muelas.
Dicho esto, también tengo que decir que yo jamás me he lavado los pies con los calcetines puestos y que cuando necesitaba un baño en la intimidad me iba a un lugar escondido con Luisito, que parecía sufrir las mismas fobias que yo y siempre sabía el sitio exacto en el que nos veía nadie.
Pero esto no significa que sea un marrano, como decía mi madre. O acaso Baraka de las narices, no te acuedas como aporreabas la puerta y te quejabas del tiempo que llevaba en la ducha. Había veces que me costaba lo mismo ducharme qe escuchar un LP entero de Joaquín Sabina. ¿Y no te acuerdas de la envidia que tanías del perfume que usaba y d elo bien que olía el baño? Otro olor había cuándo lo usabas tú, aunque no voy a sacar los trapos suicos, esa es tu afición favorita.