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BLACOS: La verdad es que al leer la carta de Torreblacos he...

La verdad es que al leer la carta de Torreblacos he sentido un aguijonazo de decepción. Todos sabemos que la mayor parte de las guerras que ha habido en este planeta han sido por la religión, pero yo pensaba que la nuestra no, que la guerra entre Blacos y Torreblacos se debía a otros motivos más terrenales, como los de robarles los chorioz en invierno, las ciruelas en verano, apedrearles las ventanas por la noche o amarrar el burro a la puerta del baile y después soltarlo e invadir la plaza ante el pavor de los bailarines. Pero no, que va, ahora descubro que nuestra guerra empezó por al osadía de los "torraños", de robarnos a San Miguel, una de nuestras reliquias más queridas. Esto además de decepción también me produce cierta alegría porque hemos pasado de verdugos a víctimas. Está claro que la guerra la empezaron ellos y ellos fueron los que nos obligaron a responder. Y en Blacos cuando vamos a la guerra vamos con todo, con las armas reconocidas por los tratados internacionales y también con las prohibidas como podían ser los tiracantos, las pacas de paja o los burros en el baile. Todo vale cuando te defiendes, cuando lo único que pretendes es limpiar tu honor y tu honra mancillada por unos desaprensivos que, seguro, que con alevosía y nocturnidad nos robaron a nuestro santo patrón. No sirve de atenuante ni el arrepentimiento espontáneo ni la reparación del daño (aunque nunca hemos recibido indemnización alguna). Nos robasteis a San Miguel y eso es suficiente para que las siete plagas de Blacos cayeran sobre vosotros. Y es que no os llevasteis nuestros referente religioso sino mucho más, porque San Miguel también hacía, y hace, una importante labor social. Po ejemplo un día que a mi tío Cristino le surgió una urgencia, tuvo que dejar el rebaño en el mote para asistir a una fiesta en las que era habitual por su talante golfo. Entonces no se le ocurrió mejor idea que sacar al santo de su ermita y ponerlo a guardar las ovejas. Cuando volvió del sarao comprobó que las ovejas se habían ido cada una por su lado a buscarse la vida. Entonces se cabreó con el santo y le “zurró la badana”. Estuvo muy mal, pero no lo podemos juzgar porque no sabemos el grado de confianza que había entre ellos o si San Miguel le prometió como cualquier político que le iba a cuidar las ovejas. Eso quedó entre ellos, era su patrón, no el vuestro. Además ¿es que vosotros no tenéis ya el vuestro? Entiendo que Torreblacos ha sido siempre un pueblo imbuido en el espíritu católico pero no creo que necesitéis a dos santos para atender a tan exigua parroquia. Aprovechasteis la soledad e indefensión en la que vivía el nuestro para cometer un execrable robo que no creo que podáis pagar con la penitencia de 500 años. Hasta entonces, hasta que no saldéis vuestras cuentas con Dios y con San Miguel, quedará en la memoria de todos que la guerra la empezasteis vosotros y que nosotros lo único que hemos hecho desde entonces en defendernos de una afrenta que siempre nos ha atormentado. Somos las víctimas, así que a partir de ahora ya no valen excusas ni frases como " Es que los de Blacos sois". No los de Blacos no, vosotros sois los responsables del primer pecado y luego pasó lo que pasó. Todo lo demás son consecuencias de ese conflicto. La historia nos juzgará.

p. d. Por cierto, mi más sincera bienvenida a todos los Guadianas de la poesía que han vuelto al redil después de una larga temporada de ausencias. La poesía de la amistad de Juana es increíble, buenísima. Tan buena que hasta el propio Jorge Luis Borges se la copió hace unos años, ¿o fue al revés? No te preocupes, Sara Carbonero piensa que Antonio Machado copió sus poemas de las letras de las canciones de Joan Manuel Serrat. Pasa como con los de la Torre: ellos fueron los primeros.