Hay que agardecerle al de abajo su interés por nuestra historia y por nuestro patrimonio. Yo le llamo " el de abajo", porque me niego a llamar a nadie por el nombre de su pueblo que eso me recuerda a la mili y sufro mucho al recordar que he perdido uno de los mejores años de mi vida. Así que eso, ah, y que conste que no es ningún anónimo que yo sé perfectamente su nombre y apellido e incluso una parte de su árbol genealógico. Y yo os pediría a todos, presentes y guadianas, que le diéramos amparo y un poco de abrigo en esta página para consolarlo un poco del páramo de la página de la Torre en al que ya no escirbe ni él. Está muy necesitado de cariño y compañía, aunque sea virtual. Y es que en el fondo sabe que tiene como una carencia de nacimiento y muchas dudas sobre el origen de su pueblo. Yo he estudiado bastante de esto y he descubierto que en sus orígenes Torreblacos era el lugar de destierro de lso vecinos de Blacos un poco pusilánimes y excesivamente cristianos. Eran años de guerra y hambre y la religión estorbaba. Entonces los mandamos allí a la Torre, como hacía Enrique VIII con sus mujeres antes de decapitarlas. En el exilio fueron creciendo y cuando los Legionarios de Cristo y los Templarios dominaron el mundo sacaron la cabeza del nido y empezaron a predicar su palabra por los alrededores. Se creyeron tan fuertes que se atrevieron hasta a robarnos a San MIguel, aunque no pudieron soportar el peso del pecado y lo devolvieron en cuatro rosarios. Para entendernos el Santo fue como la manzana que pusimos en la mano de Eva para robarles la inmortalidad. Después les robamos alguna cosa más. Pero yo tengo la sensación de que no han superado la prueba y todavía se sienten en deuda con nosotros. Por eso nos habla entre otras cosas de las campanas y camapanillos de nuestras iglesias. Es como un mensaje subliminal. En el fondo lo que nos quiere decir el de abajo es que es una pena que estén en ese estado tan lamentable, que ya no brillan, que apenas suenan y que no austan ni a los pájaros del tejado. Pero también nos quiere decir que ellos, los de abajo, están dispuestos a echar una mano y que cualquier día hacen una colecta y nos las arreglan, para seguir pagando la penitencia de su pecado. Me parece muy bien y por si no saben donde llevarlas, hay un campanero en Cantabria que es un experto en arreglar viejos artilugios como nuestras campanas. Si os veo muy empeñados, cualquier día os mando la dirección y el número de cuenta del artista. Ya verás como luego suenan a campanas de gloria. Así estaréis más cerca de conseguir el perdón.