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BLACOS: Hay que reconocer que la vida nunca te lo puso fácil...

Hay que reconocer que la vida nunca te lo puso fácil y que siempre estará en deuda contigo. Tu elegías los caminos del sol y ella, la vida, te empujaba a caminar por la sombra y además por senderos retorcidos, asomados al borde del abismo al que te obligaba a acercarte en cada amanecer. Era como una prueba permanente, un exmane diario de tu resistencia, un test de paciencia ante la adversidad. Pero además la vida te lo puso más dificil porque te empujo a esas veredas retorcidas, que transitaban por la penumbra del dolor y siempre te negaba el alivio de la luz.
Pero no fue siempre así, porque hubo algunos años mejores. Fueron aquellos que empezaron el día que llegaste a Blacos, viste la puerta entornada y tú la dejaste abierta de par en par. El pueblo se llenó de alegría y te convirtió sin saberlo en unos de los referentes de la vida social del pueblo, siempre asociada al buen humor, la amistad de verdad, sin aristas, y de repente eras el patrocinador de los buenos ratos. Yo no olvido por ejemplo aquel día que decidimos ir al santo, aunque no era San Miguel, y tú al volante del tractor del Sixto, te metiste en el papel de Fernando Alonso y convertiste el camino en la pista de Mont Meló. Algunos no te lo perdonaron y otros tuvimos el susto en el cuerpo durante unos cuantos días. A unos y a otros respondiste con esa cercanía que sólo dan los buenos sentimientos. Todo esto te sirvió de entrenamiento para superar todas las vallas que después encontraste en el mundo, para aliviar todos esos tropezones que te esperaban detrás de cada esquina. Los superabas pero iban dejando huella y marcas indelebles en tu cuerpo, hasta empujarlo al cansancio infinito, a ese punto en el que ya no quieres ni volver la vista atrás porque ya todo es calvario. Los días sin dolor se han instalado en la nube de la memoria y no se esfuerzan por volver a visitarte. Por eso, cuando muchos cantan y piden una escalera para subir a la cruz. tú has decidido coger el camino al Sol, un camino ya sin muros, ni vallas, ni tropezones. Un camino abierto y limpio como tu corazón. Cuando llegues allí estoy seguro que nunca se acabará la luz porque tu te encargarás de atizar la lumbre, te convertirás en el fogonero del sol, algo que sólo está al alcance de las personas, como tú Paco, que siempre tienen un brillo especial. Pero que sepas, que la puerta de Blacos se va a quedar siempre abierta como tú la dejaste, por si un día se te ocurre regresar.