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BLACOS: Si alguien tiene un lugar en el que estar, es seguro...

Si alguien tiene un lugar en el que estar, es seguro que siempre que se va tiene la intención de volver. Si no tiene ese lugar es muy probable que se marche con la duda, con la incertidumbre de si habrá un día en el que quiera volver. Y entre la seguridad y la duda se mueve ahora ese grupo, esa peña sin nombre, aunque si quieren yo les regalo el de la Peña el Porrón, porque por lo que cuenta Chus, compartir unos tragos a chinguete es uno de los objetivos de su peña, de sus amigos, de esas treinta personas tan diferentes como complementarias, tan unidas a una razón como necesarias para un objetivo. Todos ellos, de uno en uno, tienen ese lugar para volver y es algo por suerte que nadie puede negarles. Pero lo que buscan es otra cosa, buscan un lugar común, un lugar en el que por encima de ser o estar, lo que les importa es convivir. Y convivir significa muchas cosas, pero resumidas son sobre todo respeto al diferente, tolerancia al de al lado y no fundamentalismo, integrismo y culto a los talibanes del medievo. Pero convivir exige también cambiar el rumor por la franqueza, convertir la maledicencia en sinceridad y sobre todo pensar que la envidia es una enfermedad, que a veces se cura sólo con humildad y sencillez. Eso es convivir y algunos, o todos, debemos saber, que en pueblos como el nuestro la convivencia es una garantía de futuro y Blacos lleva muchos años pidiendo un futuro a gritos. Negárselo con nacionalismos de mercadillo no significa otra cosa que echar un candado en las carreras y comenzar a firmar su acta de defunción. Los que tiene alma de sepultureros adelante, pero deben saber que nadie va a aceptar que se entierre a alguien antes de su muerte. Porque a veces el difunto está lleno de vida y sus raíces poco a poco, como la lluvia fina, se extienden por todas partes y acaban siendo imparables. Y la raíz de la peña el porrón ya ha agarrado en la tierra. A partir de ahora su futuro es crecer y soportar años de sequía, combatir a los depredadores, soportar a los insectos y aguantar, porque el que aguanta gana y la rendición casis siempre es una excusa de cobardes. Mientras, una lección de convivencia cada verano no nos vendrá mal. Quien sabe, igual cala y aguanta los rigores del invierno. SI lo hace os daréis cuenta que “Aquí sí hay quien viva”. Sólo falta que os dejen convivir en paz. Ánimo y suerte, que más raro fue aquel verano que no paró de nevar.