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BLACOS: Hay una máxima en la vida que dice algo así: si das,...

Hay una máxima en la vida que dice algo así: si das, recibirás el doble. Y siempre se cumple, pero para eso la generosidad debe ser desinteresada y sólo es así cuando nace de la amistad. Cuando alguien no da nada y espera recibir todo a cambio, la amistad te convierte en un ventajista, y la generosidad no es otra cosa que puro egoísmo. Es como esperar el sorteo de la lotería de la familia y suspirar porque te toque el gordo cuando no has comprado ni un sólo boleto y además has intentado quitar todos los números del bombo para que los demás nunca puedan repartirse el premio. La amistad casi siempre tiene el mismo proceso, da igual que surja de un amigo o de un primo. Primero se siembra, luego se cuida con mimo la germinación y sólo al final puede uno sentarse a esperar la recolección. Los que se sientan desde el principio sin molestarse en abonar, regar o limpiar la planta, casi siempre ven pasar la cosecha por la puerta de su casa, pero nunca para en su portal.
Yo sabía que desde el momento en que compartimos el certificado de nacimiento con las llegada de las canas todo iba a ser distinto. Pudo ser una noche cualquiera, incluso puede que fuera martes, que más da, hay veces que la vida va y se pone de tu parte. Incluso en esos segundos eternos en los que te empuja a una nube de algodón, en la que mil imágenes pasan por tu cabeza pero no se detiene ninguna, en esa milésima de tiempo en la que sueñas que todo juega contigo y te deja sin fuerzas para cambiar el destino. Pareces un guiñol, una marioneta manejada por un enemigo invisible que te arrastra, te empuja hacia el precipicio, cuando un minuto antes pensabas en que esa noche era una rutina como otra cualquiera. De repente todo es oscuridad a plena luz, intuyes, sueñas, imaginas y todo pasa por delante como si fuera una película de la que no quieres ni pensar en el final. Es entonces cuando todo flaquea cuando te das cuenta que nos tenemos que querer un poco, que hay que evitar que la distancia sea el olvido, que la fuerza y la cercanía de los que están un poco más allá te roza en cada segundo de zozobra y de dudas. Y es también entonces cuando descubres, aunque ya lo sabías, que ahí estamos, que todo lo que has dado se puede multiplicar si lo necesitas. Que hay una amista que se mantiene por derecho, que cuando todo es claro y generoso no puede haber otra forma de compartirlo. Que has jugado siempre a la lotería de la familia y no has dejado de comprar los números ni una sola vez, que tienes derecho a que te toque como al que más. Que la generosidad muchas veces no entiende de egoísmo, que cuando lanzas la moneda siempre sale cara, pero no porque hagas trampas, sino porque hay veces que las monedas sólo tiene dos caras, que la cruz la ponen los egoístas y los hipócritas. Que aunque las canas son menos, la partida de nacimiento es la misma del primer día. Nadie he hecho tachones, ni ha variado las condiciones de la amistad. No hace falta que mires atrás, ni busques en las guías ni en los mapas. Estoy seguro que notas nuestro aliento en la nuca. Cuando lo necesites, sólo piensa que ahí estamos... como siempre.