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BLACOS: Este año que no acaba de irse puede ser recordado en...

Este año que no acaba de irse puede ser recordado en Blacos como el año de las ausencias, porque sobre todo en los últimos meses ha sido un continuo irse sin venir, un adios sin balbucear un hasta luego, un ya no estoy porque me han hecho que me vaya. Es lo que tiene la vida, que antes o después nos sorprende con la muerte, casi siempre a traición, de mala manera, con ventajismos, imprevista. Quizás el motivo es que después de mil vidas, nadie está preparado para la no vida, que es lo mismos casi siempre que la muerte. A veces como en el caso de Goyo, se va de esta manera pero con ese "confieso que he vivido" que además de ser el título de la biografía de Pablo Neruda, es una frase con cierto optimismo en estos terrenos tan funestos: Cuando alguien se va después de haber vivido, significa que ha estado aquí los años suficientes para hacerse con un bagaje, con un llenar la maleta antes de emprender el viaje. Pero al igual que ese trasiego viajero, en el de la vida siempre quedan huecos que nunca se terminan de vivir. En el caso de Goyo seguro que fue esa ilusión diaria con la que sencontraba con sus dos nietas. Dos pequeños seres que eran capaces de transformar su seriedad en una amplia sonrisa y cambiar su gesto cansado por la vitalidad que siempre da el tener algo por lo que pensar, algo por lo que luchar o, lo que es mejor, algo por lo que soñar. Y es que los abuelos dicen que los nietos les permiten recobrar los sueños y las ilusiones que comienzar a marchitarse con la edad. Goyo era un hombre serio y reservado hasta que tenía delante a sus dos nietas, a sus dos sueños. Eran los dos motores de un corazón agrietado por la vida, dos faros que le permitiuán conducir con los ojos cerrados por la oscuridad de la senectud. Dicen muchos mayores que sólo rejuvenecen cuando llegan los nietos. Y no sé porque, pero yo creo que a Goyo le pilló la muerte cuando se acercaba a los veinte, estaba ya al borde de la adolescencia que encuntran los abuelos cuando tienen nietos. Allá donde vayas, aunque nadie te lo pregunte, cuando eches la vista atrás, no te dé verguenza decir "Confieso que he vivido". Es lo que diferencia a los que se van para siempre y a los que nunca acaban de irse porque siempre dejan algo para que se les recuerde... y por si un día les da por volver.