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BLACOS: En una noche oscura y sombría, sólo la luna llena pone...

En una noche oscura y sombría, sólo la luna llena pone un rayo de luz sobre la mesa. Y en nuestra mesa hace muchos años que todas las noches son noches de luna llena y a veces todas las lunas son lunas de miel. Puede parecer una frase retorcida pero es la fotografía de una realidad. Una fotografía a la que todos prestamos nuestra imagen, y una realidad a la que todos, con más o menos acierto y con más o menos dedicación le ponemos la pausa que necesita, le ponemos las comas para respirar y poder seguir adelante. Pero los puntos siempre los ponen ellas.
Puede ser un punto y seguido, un punto y aparte…, o un punto de cruz…, o un punto de sutura. Da igual, los dominan todos con la misma sencillez y a la vez con la misma maestría.
Ha habido veces en las que yo he llegado a pensar que lo de los puntos de sutura, el tensiómetro, o las vendas, son su hobby. Que su verdadera vocación es mantener un duelo diario con la mesa de la cocina, para con habilidad de cirujano, dibujar los mejores dulces o las mejores migas. Y dicho así parece una tarea complicada, pero si lo ves adornado por la sencillez, los silencios cómplices, o las sonrisas introvertidas, parece lo más fácil del mundo. Convierte lo complicado en cotidiano, la obra majestuosa en tarea arquitectónica de la espontaneidad. Y en eso tienen que tener mucho que ver la paciencia genética con la que sobrevive, y que poco a poco ha tenido que ir mimando, cultivando, para afrontar cada día las vallas que le pone su actividad. El hacer mucho, y parecer que no haces nada es un mérito incalculable y más en estos tiempos en los que lo que se lleva de verdad es no hacer nada y dar a entender a todo el mundo que lo que uno hace es imprescindible.
Pero la variedad no se queda aquí. Yo me imagino que entra en la oficina del servicio de empleo y vé que hay una fila para cada oferta de trabajo. Me la imagino pensando ¿en cual me colocó yo? ¿si parece que están todas pensadas para mi? Puede ser verdad, pero la verdadera verdad es que es ella la que está preparada para lo que sea necesario. Para algunos es difícil hablar de más de una cosa porque es la única que hacemos. Sin embargo ella no tendría suficiente con un discurso de 24 horas para contar todo lo que domina. Es como si la directora de una orquesta tocará también el trombón, hiciera sonar los platillos, nos deleitará con el saxofón, hiciera vibrar las cuerdas de la guitarra y además en los ratos libres se sentara al piano. Además con la modestia a la altura de la prima de riesgo, siempre llega como si pasara por allí, con el gesto inquieto de quien molesta y con la preocupación siempre de resultar agradable. Trabaja más en uno de sus silencios que otros en toda una vida de gritos e imprecaciones. Lo suyo es también un punto y seguido, pero por si acaso también borda el punto de cruz o la cruz del punto. Le da igual ir a setas que a relojes, los sorianos nunca vamos a rolex, eso se lo dejamos a los de Bilbao. Hasta esa hora en la que todos los gatos son pardos y ahí también se acopla y se convierte en la reina consorte de los mininos que la han elegido por unanimidad para ocupar el trono.
Si damos un salto de altura y de cultura, podemos asegurar que si los habitantes griegos de Sibaris volvieran a nacer, lo harían en Blacos, y ella pertenecería a una de las familias más acomodadas de la villa. Persigue los buenos momentos con la misma constancia que la amistad, los secretos, o las confidencias a media luz o a media mañana. A veces quiere huir de la historia y se estrella con el futuro, pero en ese tránsito oscuro siempre la ilumina nuestro rayo de luna llena, que a esas horas la pilla discutiendo a media voz con la baraja y a gritos con su compañero de enfrente.
No hay discusión posible, todo es paz. Su voz siempre pausada es una provocación al silencio. Parece que algo se para cuando comienza a hablar y todo porque lo que dice busca siempre un objetivo directo o difuso, pero siempre un objetivo. En el reparto mental de roles, que no rolex, le ha tocado el de iniciar los trámites para llegar a una conclusión. Y siempre la alcanzamos, y si no ahí está ella para recordar que todavía nos queda algo que hacer y algo en que pensar. Tarea ardua y difícil con algunos que enseguida dejamos divagar la memoria y a veces confundimos los pensamientos. Pero ella siempre estará ahí con la puerta abierta a la realidad.
He dicho que hacer las cosas sencillas es muy difícil, pero querer hacerlas siempre bien es imposible, y más con nosotros que nos contradecimos más que un filósofo barato. Sin embargo ella se empeña en cuadrar el círculo y en que cada cosa esté en su sitio, en su momento y para su fin. Para eso, como para casi todo, nunca utiliza atajos aunque siempre va por el camino más recto. A veces, muchas veces, este tránsito le deja huellas en su piel y sobre todo en su alma. Entonces la vence su sensibilidad a flor de piel, pero no es debilidad, es la fortaleza de los justos, de los justos y de los incansables. Por encima de cualquier jirón que se deje en el camino, su meta está en llegar siempre al final, sin atajos. También es verdad que en ese camino a veces se encuentra la luz de la luna llena y la mano amiga del remanso de paz que la guía lejos de las ramas y de las trampas del camino.
Sin trampa ni cartón, auténtica como las cerezas del Jerte, que se acunan al lado de su traje del auténtico folclore. Llega como un ciclón,, pero sin aspavientos, con la tranquilidad que le da la vida, y con la alegría brotando por cada uno los poros de su piel. No da tregua ni a la mezquindad ni al aburrimiento. Dispuesta siempre a pelear cualquier batalla que merezca la pena y convertir cualquier hoyo en trinchera en la guerra del buen humor y del saber estar.
Y a veces la voz se hace silencio. Resulta difícil decir tantas cosas sin abrir la boca y sin torcer el gesto. Se reserva siempre el lugar más discreto, tanto en la mesa como en la vida y desde ahí gobierna la tranquilidad a su antojo. Es suficiente mirarla para encontrar el reposo y la calma. Es otra maestra del punto en casi todas sus versiones, y doctora en la ternura y en la paciencia.
Así de una en una parecen muchas, pero en equipo son una avalancha de actividad, superan cualquier reto, como hacer unas tortillas sin que veamos por ninguna parte los huevos. Algunos, bueno yo creo que todos, cuando vimos las tortillas en nuestro plato nos miramos la entrepierna con un gesto de preocupación, y también de curiosidad, porque seguíamos sin saber de donde habían salido los huevos. Llegas, te sientas, oyes las quejas de que no hay nada para cenar y te pones a temblar mientras piensas, “ vaya otra noche que no nos comemos todos”. Yo desde ese día creo en el milagro de los panes y los peces, aunque en mi religión son las diosas las que se encargan de la multiplicación.