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BLACOS: No me extraña nada que San Acacio sea un santo mártir,...

No me extraña nada que San Acacio sea un santo mártir, como nos cuenta Macu. Porque tiene que estar muy cerca del martirio que lo saquen a la barbacana cuando caen rayos y centellas para que con sólo su presencia deje de llover. Hay que tener alma de santo para jugarse su figura de madera y enfrentarse a pecho descubierto a una tormenta, y esperar que con su sola presencia todo se calme, todo vuelva a la normalidad. Hay que tener fe para columpiarse sobre el muro de cemento del patio y no dejarse arrastrar por las ráfagas de viento huracanado, poner mirada impávida y esperar que de repente no caiga ni una gota. Y todo esto es lo que se le pedía al santo y mártir. Y digo que se le pedía porque hace mucho tiempo que no lo he vuelto a ver asomarse al patio y enfrentarse al temporal sin una triste gabardina o un mínimo paraguas donde refugiarse. Éste es un santo de los que ya no quedan. No hay más que ver las lágrimas de los sevillanos en Semana Santa cuando por cuatro gotas no sale el paso de la Macarena porque se le estropea el manto. Por esas gotas San Acacio ni se molesta en salir, pero de la iglesia. Sólo aparece cuando la cosa se pone seria y llueve a manta, caen rayos de punta y los relámpagos ciegan a cualquiera que pille en la calle. Ahí sí, ahí San Acacio se encuentra en su salsa, se sube al trono del patio y casi sin mirar a las nubes las deja mudas, no se atreven ni a moverse. Los truenos ponen el silenciador y los relámpagos le dan a la llave de apagado y se van con la música a otra parte. Pillan en Sevilla a un santo como el nuestro y hacen procesiones de Semana Santa hasta en Navidad. Claro que por eso San Acacio es un mártir. Bueno por eso y porque algunas veces se ha jugado el físico de verdad. Yo también he oído esa historia de que una vez, hace muchos años, lo pusieron en el patio y entre la lluvia y el aire se lo llevaron por delante y apareció herido de gravedad en la puerta de la escuela. Pero, como a los buenos toreros, le van las faenas serias y no se arrugó. A la siguiente tormenta volvió a salir como si no hubiera pasado nada, se subió a la barbacana, desafió a la tormenta y la volvió a amilanar y se largó con viento fresco.
Seguro que muchas veces, sobre todo en el verano, habéis visto unos nubarrones negros tanto en la Torre como a la altura de la Villa o incluso en el Santo. Pero de ahí no pasan. Y no pasan porque no se atreven, porque hace ya muchos años, siglos me atrevería a decir yo, que San Acacio mantiene a raya a las tormentas. Por eso además de santo, es mártir.