¡Hola, de nuevo!
¿Recordáis el salegar y el abrevadero?
El raso además de significar la libertad (frase de Alejandro), era lugar utilizado para la ganadería (en su sentido más literal). Así, los rebaños de ovejas tomaban sal (en el salegar), en un conjunto de piedras situadas en forma irregular alrededor de un espacio de unos 100 metros cuadrados, allí se esparcía este producto salado previamente comprado en la tienda del pueblo y secado al sol, de forma esparcida, en la puerta de casa, encima de una talega. Era importante quitarle toda la humedad y no permitir que las ovinas tomaran agua el mismo día de ingerirla. Los animales la tomaban con gusto y una pizca de ansiedad.
Por otro lado, en la zona accesible al río, bajando por el camino de la Villa, en la primera curva a la derecha estaba el abrevadero. Allí abrevaban agua los machos, mulas, caballos y burros. Alguno de estos _que se tomó unas copas en la Fiesta de la Torre, creemos que su única vez de estancia en un bar-; recién llegado al pueblo con sorpresa para mí -en el interior de un camión de esparceta-, no accedía a beber agua en este abrevadero, intentándolo la que suscribe durante varios días, hasta que casualmente en un cubo de agua en la cuesta del camino sació su sed retrasada. Bebió durante un tiempo en este recipiente hasta que se acostumbro a beber en el río. Un joven, amante de Félix Rodríguez de la Fuente nos propuso que le pusiéramos de nombre Félix ya que vino sin bautizar, que supiéramos ya que no trajo la partida de bautismo. Mi hermano Isaac y yo accedimos.
Os puedo decir que era un placer montar en él siempre. Muchas veces para llevar una talega de mies hasta las tainas del monte. También montaba, encima de la talega, a un perrito, encontrado por mi padre en el campo, opinando que era "perro de señorito". Resultando que al mes y medio vino Ernesto de la Villa a casa marchándose con su dueño. ¡Después de un tiempo de vacaciones en Blacos tratado a todo lujo!. Siguiendo instrucciones de Aurorita y Maribel tal como eran tratados, en Barcelona, los chuchos de compañía. También con mucho mimo. Pero pudo más su instinto ovejero que los placeres de baño, higiene, peinado, arrullos que le prestaba. Por perros no habría de ser, no obstante la morriña me invadió porque le cogí cariño, habiendo sido un regalo de mi progenitor. También porque su aspecto, tamaño físico y carácter: accesible, color hueso, pelo rizado suave, mimoso, me enamoraron. La vida te da golpes desde muy pronto. Y te repones igual de rápido.
Me quedo con el recuerdo de montar al pollino de forma autónoma, también la talega y al perrito. Aunque tengo que reconocer que Segoviano era de menor altura, más accesible. También lo monté, pues junto con Lourdes y Mercedes nos ofrecíamos, a menudo, a ir a buscarlo a la Dehesa, accediendo la tía Anastasia gustosamente. Que agradable paseo en Burro por las carreras. Y, que paseos en el de el Tío Crispín -por las eras- cuando venía de Avioncillo. ¡Cuántas maravillas tiene Blacos y cuántos buenos recuerdos de infancia y juventud y madurez.
En otro orden de cosas: Lola estás muy relajada, ¡es un placer verte aparecer en el foro!. Según las estadísticas estamos en el umbral medio, como escribientes, de participación en este tipo de foros. ¡Ánimo y al toro o al burro!.
Besos y agur.
¿Recordáis el salegar y el abrevadero?
El raso además de significar la libertad (frase de Alejandro), era lugar utilizado para la ganadería (en su sentido más literal). Así, los rebaños de ovejas tomaban sal (en el salegar), en un conjunto de piedras situadas en forma irregular alrededor de un espacio de unos 100 metros cuadrados, allí se esparcía este producto salado previamente comprado en la tienda del pueblo y secado al sol, de forma esparcida, en la puerta de casa, encima de una talega. Era importante quitarle toda la humedad y no permitir que las ovinas tomaran agua el mismo día de ingerirla. Los animales la tomaban con gusto y una pizca de ansiedad.
Por otro lado, en la zona accesible al río, bajando por el camino de la Villa, en la primera curva a la derecha estaba el abrevadero. Allí abrevaban agua los machos, mulas, caballos y burros. Alguno de estos _que se tomó unas copas en la Fiesta de la Torre, creemos que su única vez de estancia en un bar-; recién llegado al pueblo con sorpresa para mí -en el interior de un camión de esparceta-, no accedía a beber agua en este abrevadero, intentándolo la que suscribe durante varios días, hasta que casualmente en un cubo de agua en la cuesta del camino sació su sed retrasada. Bebió durante un tiempo en este recipiente hasta que se acostumbro a beber en el río. Un joven, amante de Félix Rodríguez de la Fuente nos propuso que le pusiéramos de nombre Félix ya que vino sin bautizar, que supiéramos ya que no trajo la partida de bautismo. Mi hermano Isaac y yo accedimos.
Os puedo decir que era un placer montar en él siempre. Muchas veces para llevar una talega de mies hasta las tainas del monte. También montaba, encima de la talega, a un perrito, encontrado por mi padre en el campo, opinando que era "perro de señorito". Resultando que al mes y medio vino Ernesto de la Villa a casa marchándose con su dueño. ¡Después de un tiempo de vacaciones en Blacos tratado a todo lujo!. Siguiendo instrucciones de Aurorita y Maribel tal como eran tratados, en Barcelona, los chuchos de compañía. También con mucho mimo. Pero pudo más su instinto ovejero que los placeres de baño, higiene, peinado, arrullos que le prestaba. Por perros no habría de ser, no obstante la morriña me invadió porque le cogí cariño, habiendo sido un regalo de mi progenitor. También porque su aspecto, tamaño físico y carácter: accesible, color hueso, pelo rizado suave, mimoso, me enamoraron. La vida te da golpes desde muy pronto. Y te repones igual de rápido.
Me quedo con el recuerdo de montar al pollino de forma autónoma, también la talega y al perrito. Aunque tengo que reconocer que Segoviano era de menor altura, más accesible. También lo monté, pues junto con Lourdes y Mercedes nos ofrecíamos, a menudo, a ir a buscarlo a la Dehesa, accediendo la tía Anastasia gustosamente. Que agradable paseo en Burro por las carreras. Y, que paseos en el de el Tío Crispín -por las eras- cuando venía de Avioncillo. ¡Cuántas maravillas tiene Blacos y cuántos buenos recuerdos de infancia y juventud y madurez.
En otro orden de cosas: Lola estás muy relajada, ¡es un placer verte aparecer en el foro!. Según las estadísticas estamos en el umbral medio, como escribientes, de participación en este tipo de foros. ¡Ánimo y al toro o al burro!.
Besos y agur.