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BLACOS: Sabía que esto iba a pasar. Mi primo está como un niño...

Sabía que esto iba a pasar. Mi primo está como un niño con traje nuevo y no hace más que probarse el disfraz de Nemo. Estos días el pobrecillo ha cogido unos kilos en sus vacaciones, y ha descubierto que el traje de pez le está un poco justo. Dado su coeficiente de inteligencia no se le ha ocurrido otras cosa que calentar la goma espuma con un mechero para que se dilatara un poco y le quedara a medida. Ayer por la tarde en Barakaldo había una concentración de todos los bomberos de Euskadi. Primero ardió el traje-pez, después se propagó por las cortinas del salón, saltó a los sofás, de aquí pasó a los colchones y acabó quemando buena parte del barrio, hasta que los 125.000 bomberos, (en Bilbao todo a lo grande) consiguieron controlar las llamas. Ahora el incendio está controlado pero no apagado totalmente.
En definitiva, mi primas y sus dos hijas se han tenido que ir a vivir a casa de su madre, y al Baraka lo han mandado con una tienda de campaña a la orilla de la ría, que aquí los pirómanos tienen menos peligro por la cercanía del agua. Y el tío, como tienen mucha imaginación, se ha puesto a pescar como loco con la esperanza de que pique un pez del tamaño del traje de Nemo. Lo pilla, lo despelleja y ya tiene traje nuevo. Puede parecer una broma, pero los que lo conocemos sabemos que es verdad. El tío otra cosa no será pero insistente como el que más. Yo apenas tengo esperanzas de que lo consiga, así que a escondidas he hablado con su santa mujer y le he dicho que le vaya cosiendo uno parecido, pero que se lo haga con un forro polar para que el capullo de él se ase al sol de agosto de Blacos. No es ninguna burrada, siempre será mejor que se quemé él que no nos arrase el pueblo con las llamas. Por si acaso yo le pediría a la comisión que aumentase la póliza de responsabilidad civil porque con tipos como el Baraka hay que estar siempre preparado para la catástrofe.
Visto lo visto, lo más seguro es que en estas fiestas nos quedemos sin disfraz. Así que estanos dispuestos a unirnos a algún otro grupo que nos acoja y que tenga disfraces para prestarnos. O esto o volvemos a disfrazarnos de mujer y salimos del armario desde el primer día. Eso sí, sólo aceptamos disfraces ignífugos, porque ya nadie se fía de mi primo. Es un hombre en llamas... y durmiendo en tienda de campaña. Eso da mucho miedo.