Yo también te quiero primo. Que conste que escribo para recompensarte de tanta ingratitud, de tanto silencio doloroso, de tanta incomprensión apasionada. Escribo en homenaje a mi primo el baraka que es el único que hace algún que otro esfuerzo para que esta página no se convierta en un voto de silencio de los que practican las órdenes cartujas. Pobre hombre, no os da pena que él sólo, con el único esfuerzo de su escasa literatura alimentada por la linterna de la neurona que se ha librado de su ERE cerebral, sea capaz de dar algo de luz a este foro. Un foro, por cierto, que cada día más parece obedecer a la mordaza de un secuestro virtual que a la libertada de expresión que siempre ha caracterizado a los escribientes de mi pueblo. Ánimo primo, tú puedes con esto y con lo que te echen, porque no sé si lo sabéis, pero por si acaso os lo digo. Mi primo el Baraka es capaza de mantener viva esta página y alguna otra de la Castilla profunda en la que encuentra algo más de colaboración que aquí, aunque le dan los mismos palos. Y además de hacer todo esto, es uno de los mejores pescadores de la ría y son famosos sus cargamentos de rapes y lubinas cada vez que se hace a la mar. Y por si fuera poco tiene tiempo para lavar el coche todos los días, ir a pasear con la santa de mi prima sin correa ni nada, darle la tabarra a sus dos hijas, que han colgado carteles en todo Barakaldo para que alguien se lo lleve en adopción. Ah, y por las noches se va a chiflar a la vía, y ya de paso pone firmes a todas las brigadas desde Bilbao hasta Castro Urdiales para que saquen brillo a las vías, remachen bien los clavos y limpien los arbustos que impiden las mejores vistas que se pueden ver desde un tren, de los de Bilbao. Y vosotros mientras ahí sentados, a verlas venir, al acecho, esperando que escriba algo para criticarlo con dureza, sin compasión, y simplemente porque les da un poco de cera a las guiputxis o porque saca bailando a mi tía y su hermana, que por si no lo sabéis debutaron en el Teatro Apolo de Barcelona en el grupo de baile de Sara Montiel. Que desvergüenza, que poca consideración, que desidia y que mala memoria. Lo dejáis ahí tirado, solo ante el peligro y luego os regocijáis leyendo lo que escribe y admirando sus fotos de soslayo y con el ratón presto a marcar en la casilla de que no os gusta la foto. No se merece esto, se merece ser nombrado hijo adoptivo de Blacos, que se le saque en andas en la próxima procesión de Semana Santa, que lea el pregón en las fiestas, que se le haga un busto y se coloque en la plaza y que lo nombren alcalde honorífico de la Torre, que allí también le tienen mucho cariño. Encontramos una joya en los mundos de artificio y en lugar de sacarle brillo para que nos ilumine, la apagamos con nuestra indiferencia. (Bueno voy a acabar, porque me he dado cuenta que se me ha terminado la botella de jotabé, que estaba medio llena. No sé igual por eso me noto tan raro al escribir. Me voy a prepararme para la resaca). Agur primo, que sepas que aquí se te quiere. Y en Blacos y en la Torre creo que también, aunque no te lo digan.