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BLACOS: Que bonistas lucen las calles bajo el foco maestro...

Que bonistas lucen las calles bajo el foco maestro de la cámara de mi primo el Baraka. Y que bien refleja el cambio que ha sufrido el pueblo, y esta calle en particular. Ahora es siempre circulable, incluso en doble dirección. Es más, hasta nos cede algunas plazas de aparcamiento permanente, sobre todo en invierno, pero también en verano. Pero hace unos años su aspecto era muy distinto, incluso podrían parecer dos lugares distintos. Para comprobarlo invito a que quien tenga una foto la cuelgue en la página para ver las diferencias. Pero mientras yo voy a intentar visualizarlas a través de la palabra. Lo único que no ha cambiado es la casa de la Luisa. No ha cambiado el edificio pero si el uso. Ahora es sólo vivienda, pero en los años de mi infancia era bar, con licencia de ultramarinos, y el matadero municipal. El padre de Luisa, Juan, era bodeguero y carnicero. Al bar se entraba por esa misma puerta que se ve un poco en el primer plano derecho de la foto. Subías esos dos o tres escalones y ya estabas en el interior. Había una barra de piedra y de granito, justo enfrente, cerca de la pared y un pequeño salón con algunas mesas y sillas. La casa como ahora hacía esquina con la calle del chiringuito, y enfrente estaba una casa vivienda que ha sufrido algunos cambios exteriores y ahora no sé ni de quien es ni para que se utiliza.
Y el primer gran cambio es la primera casa de la izquierda. Era de los padres de sus actuales habitantes, Sinesio y Cristina. La parte de atrás, la vallada alrededor del árbol, como casi todas en aquella época estaba destinada a cuadra de animales. Y la delantera era la vivienda. Se entraba por una puerta sólo cubierta por un tejadillo, que daba paso a un patio, creo que de piedra. A la derecha del patio había unan especia de leñera y a la izquierda la vivienda. Como ya he contado en otras ocasiones, era la casa más habitada y divertida del pueblo. Un lugar donde se reunían los mozos, y a la que nunca podíamos entrar los que aspirábamos a ser mozos. Creo que un día escribí sobre ello en este mismo sitio. La casa desapareció arrasada por un incendio.
La casa acaba en un callejón donde todavía se conserva una morera en la que yo me pegaba muchas horas jugando con mi gata Joaquina. Ese callejón cruza la calle y sigue siendo un callejón, aunque se utilizaba para otras cosas. La mayoría de las veces para aliviar la vejiga a la salida del bar, y en otras, yo al menos para encender las cerillas cuando mi madre me mandaba a comprarlas. En aquellos años me fascinaba el fuego de las cerillas, debe ser porque eran una novedad.
El resto de la calle es también nueva. A la derecha está la casa de Clotilde y Julio. Antiguamente eran dos prácticamente separadas, como sucede ahora. La de atrás creo que era taina y cuadra a la vez y ahora es un garaje moderno y funcional. Y el resto, la parte más alta de la foto, era una vivienda a la que se entraba únicamente por la plaza, pero a través de una cuesta empedrada, que acababa en un portalón. A la derecha. sucede lo mismo, un edificio convertido en dos viviendas. La parte de atrás cuadra, gallinero, cortes para cerdos y un corral que desembocaba en el callejón de la morera. Aquí habitualmente se guardaba la leña. Y la parte delantera era la vivienda habitual, con la puerta más a la derecha que ahora, pero también en la plaza. Fue la primera sede del teléfono público, posada ocasional y territorio de la Teniente O´Neil que lo gobernaba con mano de hierro.

La calle era de tierra y alguna piedra que otra. En invierno se convertía en un barrizal, sobre todo a la altura de la ventana de la cocina de mi casa. Por allí cruzaba un pequeño arroyo que se sumergía por debajo del edificio y debía desembocar en casa de Vicente, por la guerra que daba con las humedades. En aquellos años era mucho más estrecha, justo cogía un carro, los tractores tenías muchos problemas para pasar por ella y algún coche que otro dejaba el color de su chapa en la pared de mi casa, que además tenía una pequeña barriga que sobresalía, y estrechaba más el paso.
Bueno, al menos yo así la recuerdo, y si me equivoco espero no molestar a nadie.