La Cocinera Celestial
La pregunta más habitual estos días, no me cabe la menor duda, de los que vienen a Blacos a pasar la Semana Santa es ésta ¿Va a preparar comida la Chus para el viernes? Y es una pregunta que tiene varias versiones. Una, la de los que tiramos de confianza, es la de saber si va a ser de nuevo ella quien haga la comida, primero porque la hace muy bien, y después porque así nosotros no nos tenemos que ocupar de nada. No es egoísmo, es pura vagancia e inoperancia. Y luego está la pregunta de los que quieren saber el menú, el número de comensales y todas esas cosas. Pero lo que está claro es que es la pregunta trendictopic de las fechas sagradas en las que nos vamos a encontrar. Y si te paras a pensar, te das cuenta que a veces resulta muy fácil convertir un hecho espontáneo en una tradición sin la que descubres que ya no puedes vivir. Y si piensas un poco más descubres que en Blacos se han hecho muchas cosas, a veces muy pensadas y otras no tanto, que no han calado. Se han quedado en algo puntual, gracioso, atractivo, pero que no han calado. Y otras que nacen de la espontaneidad y de la improvisación, forman ya parte inamovible del calendario de tradiciones de un pueblo en el que comenzaban a escasear muchas de ella. ¿Dónde está el secreto?, ¿Cómo surgen y se mantienen unas y desaparecen otras? Es un misterio. Es cierto que lo de sentarse a la mesa con un plato y un cubierto y hambre para comerte lo que caiga, tiene ya mucho terreno ganado. Pero esta comida de Viernes Santo tiene que tener algún aliciente más, algún elemento que nos cautiva y nos atrae hasta pensar que es imprescindible sentarse cada año en esa mesa colectiva. Puedes mirar alrededor y descubrir un montón de caras que no te suenan, puedes mantener conversaciones insustanciales, o puedes trazar proyectos fundamentales. Pero por encima de cualquiera de esas actividades o de otras muchas que podríamos pensar, existe la sencillez de reunirnos alrededor de una mesa, compartir un menú, disfrutar de gente que ves pocas veces o ninguna al año y hasta puedes llegar a darte cuenta con muchos de ellos que siempre somos muy ligeros en la crítica y muy escasos en el conocimiento. Podíamos hacer un tratado sociológico sobre los actos que unen a los seres humanos, o tirar de filosofía barata y añadir que por encima de las distancias y las diferencias, todos nos atamos a un punto que nos une, que es Blacos. Esto en las cartas a los Reyes Magos puede quedar muy bien, pero la realidad es otra muy distinta y mucho más eficaz para todo nosotros. Somos distintos, pensamos de cien formas diferentes, vemos al vida de mil maneras singulares, nos relacionamos con los demás con mayor o menor afición, e incluso, también hay que decirlo, criticamos a los demás con mayor o menor saña o empecinamiento. Vale, es verdad, pero hay que quedarse con lo importante. Todos somos capaces de saltar esos obstáculos, superar esas barreras, derribar esos tabiques y sentarnos unos al frente de los otros y disfrutar del momento. Puede ser una forma de unión, de esa unión que anhelamos, por muy efímera que sea.
Y no hacen falta muchos artilugios. Basta con la idea de una cocinera de postín, el apoyo de otras cuantas que no regatean esfuerzos a la convivencia, un lugar donde sentarnos y otro donde cocinar. Y no hace falta más. Nos pegamos media vida buscando ideales para la otra media y en el camino no disfrutamos ni de la búsqueda ni del logro posterior. Y de repente descubrimos que sobran los fuegos de artificio, que todo es mucho más sencillo, que las ideas brillantes naufragan en la sencillez de la tradición.
También es justo reconocer que detrás de todo hay un esfuerzo encomiable. En estos tiempos que transitamos por el yo y abandonamos el nosotros, descubrimos personas que parece que sólo disfrutan en ese nosotros. Dejan de lado al yo y se invisten de una especia de penitencia de servicio y están dispuestas a ser antes que nada anfitrionas de un colectivo, sin regatear esfuerzo, sacrificio y buenas intenciones. También es cierto que un alma pecadora, como ella, necesita este tipo de trabajos para ponerse al día con su fe. Y que conste que yo creo que todavía le queda un buen tramo para llegar a la absolución definitiva. Tiene que perseverar, porque en la insistencia está el perdón universal. Ánimo Chus seguro que lo consigues. Es muy probable que no sea este año ni en los 15 siguientes, pero no te rindas. Ël Te mira con lupa y entre la comida de Semana Santa y tu agenda cultural con San Miguel, estás muy cerca de alcanzar el peldaño más sublime, que puede ser algo así como una nueva estrella Michelín en tu delantal. Nosotros pondremos todo lo que esté en nuestras manos para que no haya huecos en tu comedor celestial.
La pregunta más habitual estos días, no me cabe la menor duda, de los que vienen a Blacos a pasar la Semana Santa es ésta ¿Va a preparar comida la Chus para el viernes? Y es una pregunta que tiene varias versiones. Una, la de los que tiramos de confianza, es la de saber si va a ser de nuevo ella quien haga la comida, primero porque la hace muy bien, y después porque así nosotros no nos tenemos que ocupar de nada. No es egoísmo, es pura vagancia e inoperancia. Y luego está la pregunta de los que quieren saber el menú, el número de comensales y todas esas cosas. Pero lo que está claro es que es la pregunta trendictopic de las fechas sagradas en las que nos vamos a encontrar. Y si te paras a pensar, te das cuenta que a veces resulta muy fácil convertir un hecho espontáneo en una tradición sin la que descubres que ya no puedes vivir. Y si piensas un poco más descubres que en Blacos se han hecho muchas cosas, a veces muy pensadas y otras no tanto, que no han calado. Se han quedado en algo puntual, gracioso, atractivo, pero que no han calado. Y otras que nacen de la espontaneidad y de la improvisación, forman ya parte inamovible del calendario de tradiciones de un pueblo en el que comenzaban a escasear muchas de ella. ¿Dónde está el secreto?, ¿Cómo surgen y se mantienen unas y desaparecen otras? Es un misterio. Es cierto que lo de sentarse a la mesa con un plato y un cubierto y hambre para comerte lo que caiga, tiene ya mucho terreno ganado. Pero esta comida de Viernes Santo tiene que tener algún aliciente más, algún elemento que nos cautiva y nos atrae hasta pensar que es imprescindible sentarse cada año en esa mesa colectiva. Puedes mirar alrededor y descubrir un montón de caras que no te suenan, puedes mantener conversaciones insustanciales, o puedes trazar proyectos fundamentales. Pero por encima de cualquiera de esas actividades o de otras muchas que podríamos pensar, existe la sencillez de reunirnos alrededor de una mesa, compartir un menú, disfrutar de gente que ves pocas veces o ninguna al año y hasta puedes llegar a darte cuenta con muchos de ellos que siempre somos muy ligeros en la crítica y muy escasos en el conocimiento. Podíamos hacer un tratado sociológico sobre los actos que unen a los seres humanos, o tirar de filosofía barata y añadir que por encima de las distancias y las diferencias, todos nos atamos a un punto que nos une, que es Blacos. Esto en las cartas a los Reyes Magos puede quedar muy bien, pero la realidad es otra muy distinta y mucho más eficaz para todo nosotros. Somos distintos, pensamos de cien formas diferentes, vemos al vida de mil maneras singulares, nos relacionamos con los demás con mayor o menor afición, e incluso, también hay que decirlo, criticamos a los demás con mayor o menor saña o empecinamiento. Vale, es verdad, pero hay que quedarse con lo importante. Todos somos capaces de saltar esos obstáculos, superar esas barreras, derribar esos tabiques y sentarnos unos al frente de los otros y disfrutar del momento. Puede ser una forma de unión, de esa unión que anhelamos, por muy efímera que sea.
Y no hacen falta muchos artilugios. Basta con la idea de una cocinera de postín, el apoyo de otras cuantas que no regatean esfuerzos a la convivencia, un lugar donde sentarnos y otro donde cocinar. Y no hace falta más. Nos pegamos media vida buscando ideales para la otra media y en el camino no disfrutamos ni de la búsqueda ni del logro posterior. Y de repente descubrimos que sobran los fuegos de artificio, que todo es mucho más sencillo, que las ideas brillantes naufragan en la sencillez de la tradición.
También es justo reconocer que detrás de todo hay un esfuerzo encomiable. En estos tiempos que transitamos por el yo y abandonamos el nosotros, descubrimos personas que parece que sólo disfrutan en ese nosotros. Dejan de lado al yo y se invisten de una especia de penitencia de servicio y están dispuestas a ser antes que nada anfitrionas de un colectivo, sin regatear esfuerzo, sacrificio y buenas intenciones. También es cierto que un alma pecadora, como ella, necesita este tipo de trabajos para ponerse al día con su fe. Y que conste que yo creo que todavía le queda un buen tramo para llegar a la absolución definitiva. Tiene que perseverar, porque en la insistencia está el perdón universal. Ánimo Chus seguro que lo consigues. Es muy probable que no sea este año ni en los 15 siguientes, pero no te rindas. Ël Te mira con lupa y entre la comida de Semana Santa y tu agenda cultural con San Miguel, estás muy cerca de alcanzar el peldaño más sublime, que puede ser algo así como una nueva estrella Michelín en tu delantal. Nosotros pondremos todo lo que esté en nuestras manos para que no haya huecos en tu comedor celestial.