BLACOS: A veces vivir en una esquina del pueblo imprime carácter,...

A veces vivir en una esquina del pueblo imprime carácter, y otras veces acaba por promocionar cierta marginalidad e incomprensión. Hermógenes era también el que vivía más cerca de la Torre y esto puede que también acabara curtiendo su personalidad. He dicho Hermógenes, y por desgracia para muchos será un nombre que no les diga nada, pero a otros nos traslada a la infancia, a la penumbra de nuestra vida, en la que justo acabas de asomarte a los pantalones cortos y los recuerdos se graban a fuego en la memoria. Para otros, fue un compañero más de juegos, un tipo especial y en muchas ocasiones blanco de las bromas que se ejercen con la virulencia de la juventud y con la inconsciencia de no saber que puede estar forjando el carácter de alguien. Mi primer recuerdo de Hermógenes es el de guardián del recreo, pero no del recreo de la escuela, sino del recreo de la vida. Y el recreo de la vida se vivía entre las cuatro paredes de lo que entonces se llamaba Hogar, y que podría tener cierto parecido con las actuales casas de cultura. No había consolas, ni ordenadores, ni televisión. Lo que había era ping pong, juegos de parchís o juego de las damas por ejemplo. Estaba en la parte alta y trasera del actual ayuntamiento. Había que subir unas empinadas escaleras de madera y nada más llegar te encontrabas con el primer susto. Desde dos cuadros en blanco y negro de la pared te miraban dos tíos con cara de pocos amigos, con aspecto intimidatorio y con un gesto que te hacía sentirte culpable aunque no hubieras hecho nada. Los mayores decían que eran Franco y José Antonio. Luego el tiempo nos enseñó que lo peor de todo ello no era precisamente la foto. Pero a Hermógenes no parecía intimidarle en absoluto, porque él era el guardia del recreo. Se encargaba de mantener el control y la disciplina, a lo que colaboraba lo suyo su padre, Adolfo. Encima de la escalera era el rey, pero cuando las bajaba le esperaban los verdugos, los que eran los reyes del otro territorio. Se las hacían pasar canutas por los castigos que les había puesto en el Hogar. Era casi siempre una venganza organizada y acompañada de unas técnicas de tortura de lo más refinadas. No me voy a explayar, pero un día sí y otro también, le contaban los perritos. Y el que no sepa que es esto que pregunte a los mayores de su casa.
Estoy seguro que esto determinó muchos de sus comportamientos y actitudes. Desde el otro lado de sus gafas profundas, con ojos de miope miraba siempre con cierta desconfianza, porque en una etapa de su vida el enemigo le esperaba siempre al otro lado de la escalera. Él no se amilanaba, y cuando la pelea era de tú a tú sabía defenderse. El problema es que casi siempre estaba en inferioridad de condiciones. Esto, seguro, le obligó a adoptar un papel del que nunca consiguió despegarse y cuando se fue, arrastrado por la emigración laboral, y luego volvió, vivía en un permanente desquite de la adversidad. Su gesto torcido se fue suavizando y con el tiempo empezó a cambiar muchos de sus esquemas, aunque nunca la vida se lo puso fácil. Al viaje a Madrid acabó buscándole una parada en Segovia. Fue una parada y fonda, donde construyó su otra vida, con su mujer. Una vida en la que no tenía antecedentes, una vida en la que partir de cero, y seguro que una vida en la que poder construir algo desde el principio, sin prejuicios establecidos. Y espero, y deseo, que una vida apacible y agradable, porque ahora, desde ayer, ese pueblo de Segovia ya no será una parada entre Blacos y Madrid. Será ya una estación término. Allí, en el cementerio de ese pueblo, se acaban las vías, se termina el viaje y se descansa para mucho más tiempo que el que venía a Blacos en verano o en otras vacaciones.
Estaría bien que estos días, al pasar o ver esa casa en la esquina del pueblo, los que lo conocimos nos diéramos cuenta de que muchas veces la vida nos separa sin darnos tiempos a futuros reencuentros. Como todos, incluso más, Hermógenes se los merecía, pero nunca es tarde, en la última estación también hay espacio para un pequeño recuerdo.