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A ver chaval, harías bien en escuchar a la gonzalito para que te enfríe esa cabeza calenturienta que te soporta. Debes de entender que el haber nacido en la loma de Bilbao no es motivo suficiente para sentirte el centro del mundo. Vale que el bocho es la mejor ciudad del universo, que los leones se hubieran zampado a Brasil con la misma facilidad que Alemania, que las lechugas del Regato son una leyenda universal en los restaurantes de 20 estrellas michelín, y que el Papa es amigo íntimo de la Virgen de Begoña. O vale que sois tan chulos que hacéis los puentes colgantes, que al río le llamais ría, que Barakaldo es capital del primer mundo o que tu caña es la más preciada de los arrantzales más diplomados. Vale, vale y vale. Pero en Blacos nos guiamos por otros códigos. Allí los de Barakatow sois forasteros como los de Cuenca, los de Jaén o los de Vigo. Allí se os acoge con cierta simpatía porque vais acompañados de gente que se hace querer. Y en tu caso las facilidades son mayores porque tu primo te hace de embajador y suaviza cualquier tirantez. Y punto, nada más, no sois el centro del mundo. Y por eso cuando se habla de tormenta, se habla de rayos, truenos y centellas. Y cuando llueve es un temporal, y no un sirimiri de esos de señorito a los que estás acostumbrado. Así que presta atención. Cuando oigas hablar de las tormentas de Blacos, te aconsejo que abras el paraguas, te coloques el chubasquero y te pongas a cubierto. Que hay sitios en los que la lluvia salpica mucho y moja, puede mojar hasta a los de Barakatwon.