Hay una canción que dice algo así como " Qué corto es el amor y que largo es el olvido". Y aunque no sé muy bien porqué, siempre me recuerda a los veranos de Blacos. Se podría traducir la letra por " Que corto es el verano y que largo el regreso". Pero probablemente este año se podrían añadir un sinfín de sensaciones nuevas y, a mi parecer, agradables y positivas casi todas o todas. Nada más llegar nos dimos de frente con la fiesta, más madrugadora que de costumbre, como si tuviera necesidad de satisfacer el hambre festiva de todos los parroquianos. Un cartel repleto de actos y al lado de los tradicionales aparecía otros inéditos. Primero despertaron la curiosidad, después la satisfacción, o no, y en algunos casos la crítica constructiva o mordaz, que de todo hay en la viña del señor. Aunque me repito, digo lo de siempre. La comisión de fiestas tiene un enorme mérito simplemente por serlo, porque hay pocos ejemplos mayores de abnegación y voluntariedad, de gente que viaja, se preocupa, trabaja, piensa... para tratar de acertar con todos. Seguro que la esperanza de cualquier comisión ha sido siempre la de no equivocarse y hacer algo al gusto de todos. Y esto puede ser más o menos factible cuando se trata de agradar a dos o tres, pero cuando hay que hacerlo con doscientos o trescientos, ya todo se complica. Luego también hay quien cuenta la feria según le va, según sus amistades, según sus preferencias y según sus gustos. Y esto determina de manera exagerada, y probablemente injusta, la valoración que se hace de lo que se vive y de lo que se disfruta. A mí me cuesta mucho criticar a una comisión, seguro que porque lo he sido más de una vez. Como a todos hay cosas que me gustan más y otras menos, y hay gente con la que tengo mayor afinidad que con otras. Pero nada más. Insisto es un esfuerzo que hay que saber valorar, y probablemente si todos pasáramos por una comisión, empezaríamos a ver las cosas de distinta manera, y no nos sorprenderían cosas como, por ejemplo, la colaboración generalizada en lo que se puede y en lo que se sabe. Y también puede pasar otra cosa positiva, que cuando alguien es de la comisión y sufre en sus propias carnes el trabajo que lleva, el sueño que pasas, los desvelos que sufres cuando quieres dormir... en ese momento puede que cambie su opinión sobre comisiones anteriores y en el fondo, aunque no en la forma, piense que ha hecho criticas o comentarios que no debería haber hecho nunca. Pero no es otra cosa que la pura condición humana. Yo creo que debemos tener una cosa clara: la fiesta seguirá viva y pujante mientras haya una comisión que la organice. Dicho de otra forma, puede haber fiesta con comisión, incluso comisión sin fiesta, pero lo que no creo que haya nunca es una fiesta sin comisión.
¿Significa esto que la comisión de fiestas debe ser intocable? No, ni mucho menos. Es más yo creo que se deben agradecer todas las aportaciones y todas las críticas que se hagan de una manera racional, con respeto y con un espíritu constructivo. Es la mejor forma de enriquecer la fiesta, y de mejorar a los que la organizan. Pero para ello hay que hacerlo ligero de equipaje. Tan mala es una crítica destructiva, como el desprecio del criticado a cualquier puntualización que se haga a su trabajo. Tampoco es muy cabal hacer críticas desaforadas cuando no se es de la comisión y no aceptar el más mínimo comentario cuando se forma parte de ella. Yo creo que todo es más fácil. La comisión de fiestas tiene el objetivo de hacer las mejores fiestas de las que sea capaz y seguro que lo hace sin mirar atrás, y sin mirar a los lados. Pensar que organizar las fiestas de Blacos es una competición y que cada año la comisión debe subir al podio y desbancar a la de años anteriores es un error manifiesto. Y es que hay veces, no lo olvidemos, que en una competición pueden llegar a perder todos los participantes.
¿Significa esto que la comisión de fiestas debe ser intocable? No, ni mucho menos. Es más yo creo que se deben agradecer todas las aportaciones y todas las críticas que se hagan de una manera racional, con respeto y con un espíritu constructivo. Es la mejor forma de enriquecer la fiesta, y de mejorar a los que la organizan. Pero para ello hay que hacerlo ligero de equipaje. Tan mala es una crítica destructiva, como el desprecio del criticado a cualquier puntualización que se haga a su trabajo. Tampoco es muy cabal hacer críticas desaforadas cuando no se es de la comisión y no aceptar el más mínimo comentario cuando se forma parte de ella. Yo creo que todo es más fácil. La comisión de fiestas tiene el objetivo de hacer las mejores fiestas de las que sea capaz y seguro que lo hace sin mirar atrás, y sin mirar a los lados. Pensar que organizar las fiestas de Blacos es una competición y que cada año la comisión debe subir al podio y desbancar a la de años anteriores es un error manifiesto. Y es que hay veces, no lo olvidemos, que en una competición pueden llegar a perder todos los participantes.