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BLACOS: Los Reyes de la pista....

Los Reyes de la pista.

Blacos es un pueblo que se maneja muy bien en el tránsito que hay entre la modestia y la discreción. Viene a ser lo mismo que decir que es un pueblo que huye del blanco y del negro y se mueve mucho mejor entre la gama de los grises o de los marrones. Pero yo os propongo una pregunta. Sin mirar a ningún sitio, alguien te dice: Hay un grupo de personas bailando en la plaza ¿me puedes decir dos nombres que estén en ese grupo? Os juego lo que queráis a que en un altísimo porcentaje acertáis los dos nombres sin ninguna duda. Y como no podía ser de otra manera en esta foto están los dos. Da lo mismo la hora que sea, el trabajo que tengan, la temperatura que haga o la música que suene. Es un clásico en la historia del pueblo y por eso yo al menos quiero darles el reconocimiento que se merecen. Es muy probable que el baile no fuera ni siquiera uno de los elementos que los unió en su juventud, es seguro que tampoco es ni ha sido un tema de conversación recurrente en sus tertulias, y no creo equivocarme en que tampoco es un argumento para mantener los lazos que los unen. Pero ahí están, perennes como las buenas hojas nobles que nunca se quieren despegar del árbol; inasequibles al desaliento o al cansancio, invencibles por la noche o la rutina. Siempre están ahí. Es una seña de identidad, un sello de calidad personal, una invitación continua a la participación de la fiesta y de la alegría. Y, al menos para mí, un recuerdo permanente de mi nula capacidad para la danza, y un encuentro con la envidia sana por mi falta de valor para hacer lo mismo que hacen ellos. Pero es que además no lo hacen por oficio, ni siquiera por la fuerza de la costumbre. Es impensable que un acto tan liviano como puede parecer este, despierte en sus caras una risa permanente. No me lo creo. Se nota que disfrutan, que lo viven y que además lo hacen con absoluta humildad, sin darles el justo valor que tiene su permanencia año tras año. Y esto de la risa permanente tiene su club de fans. Y en ese club mi hija tiene casi casi carnet de fundadora. Es amiga de su nieta, y cuando a mí me ve enfurruñado y cabreado, que suele ser muy habitual, siempre me dice: A ver si aprendes de los abuelos de Jimena, que siempre se están riendo. Y me deja sin argumentos, porque es verdad. Pero es que en esta vida para saber reírse de esa manera hay que tener alguna virtud que yo al menos desconozco. Y ese elixir de la eterna sonrisa en el baile parecen buscarlo los que están a su alrededor. Algunos también tienen sus trienios en la pista, pero si os fijáis, les miran con cierta admiración incluso algunos que crearon escuela en aquellos años de alpargatas y jota mañanera como es el caso de mis tíos.
Pero esta pareja son los reyes del baile, los amos de la pista. Un privilegio ganado con muchos años de dedicación y muchas fiestas de ensayo. Nadie se lo discute, y ellos lo saben. Como saben que hay que mantenerlo. Ser los reyes del baile es un honor, pero mantenerse en ese primer puesto exige lo suyo, sobre todo si se quiere mantener siempre la sonrisa.