Ni una sola de las últimas noticias que recibo me sirven precisamente para levantar el ánimo, así que me agarro a un clavo ardiendo, a la comida del Viernes Santo en Blacos para intentar mejorar mi moral. Y la decepción personal comenzó la semana pasada cuando intenté inscribirme en un premio literario de relatos breves. Cuando llegué a la ventanilla adecuada y ya iba a empezar a dibujar una sonrisa de peloteo, la tía del otro lado del mostrador, (guapa y joven), me miró con una mezcla de misericordia y cachondeo, y me dijo que era un concurso para menores de 35 años. Ni tan siquiera me pidió el carnet de identidad. Me dijo que mi cara era la mejor partida de nacimiento (¿igual lo dijo por las arrugas o qué? La primera en la boca. Una semana después leo en un periódico que se abre el plazo para presentar obras a un nuevo certamen literarios... para mayores de 60 años. Joder, ¿y los que estamos en medio qué hacemos? Parece que nos eliminan antes de aumentar el agujero de la Seguridad Social. Si no eres menor de 35 y mayor de 60 sobras en esta sociedad. Bueno sobras para todo menos para pagar impuestos, que hay no hay concurso posible, es obligatorio presentarse y apoquinar. Y cuando me debatía en esa incertidumbre, en ese mar de dudas en el que surgen preguntas cómo, ¿Quién soy? ¿Qué hago?, " De dónde vengo?. ¿Dónde voy?, y otras más trascendentales cómo, ¿Que pinto aquí? ¿Hay alguien a quien le importe?... etc. etc. va mi primito el gracioso y en ese mensaje de más abajo me dice que no pinto nada. Lo que me faltaba para alegrarme el día, tontolaba. Ya sé que no pinto nada, pero no es porque lo digas tú, sino porque vivo en ese agujero negro en el que nos movemos los que no tenemos menos de 35 ni más de 60. Si en esa frontera de 25 años no podemos participar ni en concurso para jóvenes ni en premios para mayores, ¿Qué hacemos? Alguien pensará que esto nos pasa porque somos adultos. Ya, es verdad. ¿Pero, qué es ser adulto? En mi opinión ser adulto es una constante batalla interior en la que tratamos de demostrar, primero que todavía somos jóvenes, y segundo que todavía estamos lejos de ser mayores. Y esos 25 años se nos van en esa tontería. Nos resistimos a vestir de una forma distinta a la que lo hacíamos antes y con el mismo tesón nos empeñamos en esconder cualquier atisbo de senectud que nos delate ante cualquier ojo que se fije en nosotros. Nos tapamos las canas con gomina, metemos tripa cuando nuestros hijos nos llaman gordos, tratamos de subir las escaleras de dos en dos y corriendo, nos apuntamos voluntarios a las clases de spinning en los hoteles de verano, nos gastamos fortunas en cremas rejuvenecedoras y antiarrugas. ¿Y total paqué?, Si luego llegas a una ventanilla, te piden el carnet de identidad y se ríen de ti, y si no te lo piden también. Y además se pueden reír dos veces, una en la de solicitud del carnet joven, y otra en la de solicitud de carnet de jubilado para que te hagan descuentos en el inserso cuando vas a esconder tripa en Benidorm. La vida es siempre cruel, pero para los que no somos jóvenes ni mayores muchos más. Y a mí se me va la cabeza y empiezo a pensar lo que nos queda por aguantar. Yo ya veo el panadero en Blacos diciendo: " sólo hay baguettes para los jóvenes y hogazas para los mayores, los adultos que esperen a ver si queda algo". O el domingo del vermut en las fiestas. Una cola para beber cerveza si tienes menos de 35, y otra para beber fanta si eres mayor. Y al resto seguro que nos mandan al raso a buscar gamusinos. Nos pueden hundir, si se extiende esta discriminación estamos totalmente acabados. Hasta el día del Santo puede suceder que alguien diga: "Los mayores que se suban al coche, los jóvenes que vayan andando? ¿Y nosotros?,” Vosotros no pintáis nada, aún no te has enterado. Bueno si queréis poder llevar la leña y hacer la lumbre.”
Entonces, al hilo de la comida del Viernes Santo me acordé que va a ir el arzobispo de Pamplona, que antes lo fue del Burgo de Osma. Y como ya hemos hecho cierta amistad, pensé que le podía contar esta ansiedad que sufro por la edad y que me corroe las entrañas. Dado su cargo, que exige un espíritu generoso y un alma benéfica, pensé que quizás pidiera para mí cierto amparo celestial. Reconozco que me escuchó muy serio, incluso llegué a pensar en un momento dado que le importaba lo que le estaba contando. Hubo un instante que cerró los ojos, miró al cielo, y yo creí que estaba en comunicación divina@es para asesorarse de lo que me tenía que decir. Ni de coña, enseguida abrió los ojos, me miró con la misma cara que la joven guapa de la ventanilla de arriba, y me dijo con una fina ironía en su gesto: " Y a mí que me cuentas, yo el día 3 de abril tendré 70 años, así que ya soy mayor y tengo asegurada una silla y un plato en la mesa". Entré en estado de shock y todavía no me he recuperado. No pintamos nada querido baraka.
Entonces, al hilo de la comida del Viernes Santo me acordé que va a ir el arzobispo de Pamplona, que antes lo fue del Burgo de Osma. Y como ya hemos hecho cierta amistad, pensé que le podía contar esta ansiedad que sufro por la edad y que me corroe las entrañas. Dado su cargo, que exige un espíritu generoso y un alma benéfica, pensé que quizás pidiera para mí cierto amparo celestial. Reconozco que me escuchó muy serio, incluso llegué a pensar en un momento dado que le importaba lo que le estaba contando. Hubo un instante que cerró los ojos, miró al cielo, y yo creí que estaba en comunicación divina@es para asesorarse de lo que me tenía que decir. Ni de coña, enseguida abrió los ojos, me miró con la misma cara que la joven guapa de la ventanilla de arriba, y me dijo con una fina ironía en su gesto: " Y a mí que me cuentas, yo el día 3 de abril tendré 70 años, así que ya soy mayor y tengo asegurada una silla y un plato en la mesa". Entré en estado de shock y todavía no me he recuperado. No pintamos nada querido baraka.