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BLACOS: Galopa la noche canalla a lomos de un disco de vinilo....

Galopa la noche canalla a lomos de un disco de vinilo. Al tercer surco arañado por la aguja, ya me sabía de memoria todos los pliegues de tu falda. Mis dedos bailaron una saeta a la altura de tu ombligo, en aquellos tiempos en los que nunca habitaba el olvido. El jersey de tu corteza abandonaba sus escamas en la columna de la silla ajada por los fríos y las noches sin dormir después de aquellas mañanas de insomnio y de tinieblas. Tu cuello era un tobogán a la lujuria, aunque ya se habían marcado las señales de peligro y se labraban los tejidos de la nostalgia. El poema de tu cara se había ido dibujando con las arrugas del tiempo y el disco seguía surfeando en busca de esa frase mágica que fotografiara tu prestancia. En el columpio de tus ramas trinaban los despertadores de la mañana, y en la cuna de tus sombras se adormecían los gatos, que por la noche siempre eran pardos. Portero de mil noches de estrellas, sereno de mil almas que buscan el refugio de sus portales a esa hora maldita en el que la vida está a punto de cerrar. En otros ratos sin olvido ofrecías tus páginas en blanco para llenarlas de recuerdos, vestirlas de ternura o pintarlas de esperanza. Otras veces abrías el paraguas que nos protegía de la lluvia inmisericorde o nos tendías el abrigo para esas tardes plomizas de nieve y viento. Refugio de soledades, albergue de sentimientos, poeta sin estrofas, escritor sin pluma ni papel, apóstol del desamparo y linterna de inmersión en las oscuridades de la depresión. Olmo encendido con las luces apagadas, siempre despierto en el sueño y siempre presto ante la duda. Una sombra siempre llena de luz, hasta en esos días a los que les cuesta despertar.