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Doy las gracias a Alejandro por poner a disposición de ésta página su gran formación como escritor y comunicador; aunque habiendo aprendido a leer en la fuente del Santo, quizás tenga una explicación. Felicidades. Tambien doy gracias a Lola, que me tiene intrigado de que familia es. Yo como emigré en plena infancia, todos los recuerdos que tengo de Blacos son buenos.
Creo recordar aquella misa del Gallo. El cura era don Evaristo, llegó a Blacos procedente de La Poveda, vivia en la Torre y era natural de La Mallona. Le faltaba el dedo pulgar de la mano derecha que habia perdido en un accidente de caza. Recuerdo el obsequio que me hizo en la sacristia, cuyo escozor en el carrillo fue duradero.
Recuerdo al Eusebio con su autentico traje de pastor. Tuvo la mala pata de que la hebilla de la abarca se le enganchara con la esquina del mantel que cubria el Altar, arrantrádolo tras él. Suerte que don Evaristo y el Prudencio andaron listos, evitando que los objetos que habia encima, para el ceremonial religioso, cayeran al suelo.
Los villancicos que cantábamos eran los que nos enseñaba la maestra, doña Beatriz Borque Borobio. Habia uno que no lo he vuelto a oir, empezaba imitando al toque de campanas, anunciando la venida de los Reyes, que a Blacos tambien venian, un poco pobres de juguetes; pero castañas, pasas, higos secos, almendrucos etc. no faltaban.
FELIZ NAVIDAD
El último molinero
Creo recordar aquella misa del Gallo. El cura era don Evaristo, llegó a Blacos procedente de La Poveda, vivia en la Torre y era natural de La Mallona. Le faltaba el dedo pulgar de la mano derecha que habia perdido en un accidente de caza. Recuerdo el obsequio que me hizo en la sacristia, cuyo escozor en el carrillo fue duradero.
Recuerdo al Eusebio con su autentico traje de pastor. Tuvo la mala pata de que la hebilla de la abarca se le enganchara con la esquina del mantel que cubria el Altar, arrantrádolo tras él. Suerte que don Evaristo y el Prudencio andaron listos, evitando que los objetos que habia encima, para el ceremonial religioso, cayeran al suelo.
Los villancicos que cantábamos eran los que nos enseñaba la maestra, doña Beatriz Borque Borobio. Habia uno que no lo he vuelto a oir, empezaba imitando al toque de campanas, anunciando la venida de los Reyes, que a Blacos tambien venian, un poco pobres de juguetes; pero castañas, pasas, higos secos, almendrucos etc. no faltaban.
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El último molinero
