EN LA SEMANA MÁS SANTA DE LAS SEMANAS.
En el imán de tus dedos está la savia de tu dulzura. Miro sin ver pero estoy cerca tuyo, de tus tejados rojos y tus chimeneas picudas. El humo de la lumbre me hace llorar mientras tu era mustia espera el agua nieve de invierno, la escarcha que reavive tus calles en silencio, llenas de pasado y ávidas de futuro.
La cal viva de tus paredes deslucida por las aguas de estos meses espera otra mano que las haga resplandecer al calor del verano, cuando la música retumba en tu costado mientras todos nos movemos al son de ese vals de entonces que vuelve cada año.
El balcón repleto de la estrella que amanece alejándose al son de los chirridos de la maquina. Esa otro día hizo las labores con más acierto sin esperar recompensas. Simplemente afirmar que estás porque tu trono permanece.
Ese gato que se mira en tus ojos sonríe porque es libre a tu lado. Tú eres su guardian pero tiene amo porque abandonado no puede estar, ya que viejo y cansado de correr de lado a lado ha perdido la paciencia de otros tiempos y la paz de otros momentos.
El remolino trae nueva esperanza para camuflar la soledad que otro día fue regocijo, mientras limpia el papel con tu nombre en los carnets de un emigrante sujeto a la ley de sus destinos.
Hay dulzura en tu contorno, ya la luz de las farolas tibian la noche de tus mil metros sobre el gris inmerso que aquellos nunca vieron y otros cruzaron.
Mira la limpieza de tu cielo con faros enanos en mil puntos que sirven de referencia a los viajeros. Las maletas repletas en los carros llegan a la dulzura de tu cobijo. Los juguetes viajan desde la costa y desde otros pueblos para llevarte ilusión y griterío hasta la plaza, en la semana más santa de las semanas.
En el imán de tus dedos está la savia de tu dulzura. Miro sin ver pero estoy cerca tuyo, de tus tejados rojos y tus chimeneas picudas. El humo de la lumbre me hace llorar mientras tu era mustia espera el agua nieve de invierno, la escarcha que reavive tus calles en silencio, llenas de pasado y ávidas de futuro.
La cal viva de tus paredes deslucida por las aguas de estos meses espera otra mano que las haga resplandecer al calor del verano, cuando la música retumba en tu costado mientras todos nos movemos al son de ese vals de entonces que vuelve cada año.
El balcón repleto de la estrella que amanece alejándose al son de los chirridos de la maquina. Esa otro día hizo las labores con más acierto sin esperar recompensas. Simplemente afirmar que estás porque tu trono permanece.
Ese gato que se mira en tus ojos sonríe porque es libre a tu lado. Tú eres su guardian pero tiene amo porque abandonado no puede estar, ya que viejo y cansado de correr de lado a lado ha perdido la paciencia de otros tiempos y la paz de otros momentos.
El remolino trae nueva esperanza para camuflar la soledad que otro día fue regocijo, mientras limpia el papel con tu nombre en los carnets de un emigrante sujeto a la ley de sus destinos.
Hay dulzura en tu contorno, ya la luz de las farolas tibian la noche de tus mil metros sobre el gris inmerso que aquellos nunca vieron y otros cruzaron.
Mira la limpieza de tu cielo con faros enanos en mil puntos que sirven de referencia a los viajeros. Las maletas repletas en los carros llegan a la dulzura de tu cobijo. Los juguetes viajan desde la costa y desde otros pueblos para llevarte ilusión y griterío hasta la plaza, en la semana más santa de las semanas.