Abril de 2006
La lluvia hizo acto de presencia. El cielo quiso enfadarse pero el sol asomaba y la claridad se apoderó aquella tarde de tiempo inestable. El cariño rezumaba por los rincones y en todas las dimensiones. El viento no intervino. El traje negro del primogénito en primera fila denostaba el más contenido de los dolores y hoy su voz temblorosa te ha recordado una vez más. Pocos días antes tu chaqueta marrón de lana me recordaba a la tierra, al abrazarte múltiples veces me transmitiste fuerza, toda aquella que ya no ibas a necesitar. Un chico que te recordaba en tus andanzas profesionales y personales en la ciudad, nos hablo largamente de sus vivencias respecto a tí y a la tarea a la que te dedicaste. Ya no era niño, era un señor o quizá un ángel que venía a facilitar la despedida. Ahora diez años después te sigo añorando y así será por siempre. Júpiter indica que hay que recogerse y me recojo porque es tarde para escribir lo que ya está en las escrituras. La pluma de San Pablo en el Vaticano no es tan larga como la porción de melancolía que me invade. El rebaño ha entrado en la taina, vamos todos a descansar para mañana Domingo disfrutar del día. Tus largas caminatas han dejado huella entre las florecillas del campo que pronto empezarán a salir esta primavera en Blacos. Díez años después la paz rodea la aldea que te vio luchar. El resto lo dicen las piedras a lo largo y ancho del término que permanecen como testigos de tu presencia, los enebros que sorteaste en tu camino y los días que los que te recordamos aprovechamos al máximo para agradecerte que estuviste con nosotros con tu dureza, tu persistencia y tu sentido del humor a pesar a de las adversidades. No hay palabras para definir mi cariño y respeto en el décimo aniversario de tu muerte.
La lluvia hizo acto de presencia. El cielo quiso enfadarse pero el sol asomaba y la claridad se apoderó aquella tarde de tiempo inestable. El cariño rezumaba por los rincones y en todas las dimensiones. El viento no intervino. El traje negro del primogénito en primera fila denostaba el más contenido de los dolores y hoy su voz temblorosa te ha recordado una vez más. Pocos días antes tu chaqueta marrón de lana me recordaba a la tierra, al abrazarte múltiples veces me transmitiste fuerza, toda aquella que ya no ibas a necesitar. Un chico que te recordaba en tus andanzas profesionales y personales en la ciudad, nos hablo largamente de sus vivencias respecto a tí y a la tarea a la que te dedicaste. Ya no era niño, era un señor o quizá un ángel que venía a facilitar la despedida. Ahora diez años después te sigo añorando y así será por siempre. Júpiter indica que hay que recogerse y me recojo porque es tarde para escribir lo que ya está en las escrituras. La pluma de San Pablo en el Vaticano no es tan larga como la porción de melancolía que me invade. El rebaño ha entrado en la taina, vamos todos a descansar para mañana Domingo disfrutar del día. Tus largas caminatas han dejado huella entre las florecillas del campo que pronto empezarán a salir esta primavera en Blacos. Díez años después la paz rodea la aldea que te vio luchar. El resto lo dicen las piedras a lo largo y ancho del término que permanecen como testigos de tu presencia, los enebros que sorteaste en tu camino y los días que los que te recordamos aprovechamos al máximo para agradecerte que estuviste con nosotros con tu dureza, tu persistencia y tu sentido del humor a pesar a de las adversidades. No hay palabras para definir mi cariño y respeto en el décimo aniversario de tu muerte.