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BLACOS: Título: Los días de invierno. Feliz Navidad...

Título: Los días de invierno. Feliz Navidad

Durante mucho tiempo estuve enamorado de los días de invierno de Blacos. Esos días que siempre viajaban en barco de vela. Amanecían con la jarcia pegada a la niebla que peinaba la veleta de la ermita, y se movían taciturnos al albur del aire de hielo que siempre los acompañaba en esas mañanas esteparias. Viajaban despacio, acostados en la lentitud de un día más corto que dos noches, y con esa pereza ralentizada se acomodaban sobre la plaza lánguida, sobre las calles del páramo o sobre las eras secas y desmochadas por las tijeras del otoño. Y ahí se estaban horas infinitas. Y de esta manera, acurrucados al otro lado de la brisa del cristal y al abrigo del calor de la estufa, esos días cortos de noches largas proporcionaban tiempo para multiplicar pensamientos y actividades e incluso para rendirse al sopor de media tarde cuando te vencía el sueño. Despertabas con un cabezazo brusco y descubrías al mirar el reloj que habían pasado sólo quince minutos en un tiempo que bien podía haber abarcado dos semanas. El velero seguía anclado a la orilla del sol, que poco a poco le dibujaba los perfiles oscuros con los que se visten las noches de invierno en Blacos. Y en ese momento, el velero buscaba la complicidad del cierzo, que se convertía en viento de cola, y apremiaba su ritmo para llegar en el momento exacto de la hora de la noche. La prisa lo exigía porque tenía que conquistar un nuevo amanecer en perfecto estado, para que una mañana más la ermita le pasara revista.
Así veía yo esos días de invierno, días que muchos encontraban monótonos y desagradables. Sin embargo para mí eran una vela eterna de inspiración, y una forma de avanzar en el tiempo sin consumir las horas. Las horas de esos días de velero eran eternas, diáfanas, limpias, atractivas y orgullosas con su jarcia abriendo camino en la niebla del frío siberiano que baila en las esquinas del pueblo en esos días que se apuntan voluntarios a cerrar el calendario. Puede ser que parezcan más largos porque detrás de ellos ya no viene nadie, ni en barco de vela ni en buque de guerra. Por eso les cuesta tanto despedirse, tienen que durar lo justo para que se termine el año, ni un minuto más ni un minuto menos. Los días justos para que todos tengamos tiempo de felicitarnos el nuevo año y empezar con unas mejores navidades. Ojalá sea así. Si lo son, y si no también, siempre os quedará la posibilidad de buscar el amor en los días de invierno, esos que viajan a Blacos en barco de vela.