Muchas gracias a los que habéis tenido la idea. Pero desde el principio quiero dejar claro que es una gratitud personal. Un “gracias”, que sólo afecta al que suscribe esta carta. Un tipo que vivió nueve años de su vida en un lugar privilegiado, que le permitía mirar de frente, y sin pestañear, a un olmo que ni estaba seco ni en su mitad podrido, y que eran una referencia fija en la brújula de su vida. Son las gracias de un tipo que vivió y compartió su vida al lado de un olmo que, sin saberlo, escribía parte de mi historia más personal.
Un árbol significa vida, y plantar un árbol significa una apuesta segura por el futuro. Y lo que necesita Blacos es futuro, porque es en el futuro donde se albergan todas las esperanzas. Y en ese futuro tienen cabida los sueños del pasado. Aquel olmo centenario acunó miles de sueños, despertó cientos de presentes, y asentó los cimientos de muchos futuros.
Buena parte de la historia de nuestro pueblo vive guardada en la memoria de un olmo, que, por encima de árbol, era el emblema de unas gentes que nacieron y vivieron de una forma muy concreta. El viejo olmo de los recuerdos se llevó con él vivencias de todos los que durante muchos años transitamos por su sombra, nos acurrucamos en sus siestas de verano o descubrimos que la vida tenía muchos más momentos que reservábamos a la intimidad de sus ramas. Blacos en muchos aspectos era la historia de un pueblo con un olmo en la plaza.
Ayer leía la pancarta de un forofo argentino que decía “ Mi viejo me habló de Maradona y yo a mi hijo le contaré que disfruté de Messi”. Y llevado a nuestro ámbito, me atrevo a decir, “ Yo (su viejo) le he contado a mi hija mil historias del olmo de Blacos. Mi esperanza es que mi hija le cuente a mi nieto que ella conoció el nacimiento de un olmo nuevo en la plaza del pueblo de su abuelo”.
Por eso plantar un árbol es abrir de par en par las puertas de la esperanza. Y yo no pienso quedarme fuera. Lo dicho, muchas gracias a los que habéis tenido la idea. Además de plantar un árbol habéis sembrado el nuevo futuro de vuestro pueblo, de mi pueblo. Gracias.
Alejandro Gonzalo
Un árbol significa vida, y plantar un árbol significa una apuesta segura por el futuro. Y lo que necesita Blacos es futuro, porque es en el futuro donde se albergan todas las esperanzas. Y en ese futuro tienen cabida los sueños del pasado. Aquel olmo centenario acunó miles de sueños, despertó cientos de presentes, y asentó los cimientos de muchos futuros.
Buena parte de la historia de nuestro pueblo vive guardada en la memoria de un olmo, que, por encima de árbol, era el emblema de unas gentes que nacieron y vivieron de una forma muy concreta. El viejo olmo de los recuerdos se llevó con él vivencias de todos los que durante muchos años transitamos por su sombra, nos acurrucamos en sus siestas de verano o descubrimos que la vida tenía muchos más momentos que reservábamos a la intimidad de sus ramas. Blacos en muchos aspectos era la historia de un pueblo con un olmo en la plaza.
Ayer leía la pancarta de un forofo argentino que decía “ Mi viejo me habló de Maradona y yo a mi hijo le contaré que disfruté de Messi”. Y llevado a nuestro ámbito, me atrevo a decir, “ Yo (su viejo) le he contado a mi hija mil historias del olmo de Blacos. Mi esperanza es que mi hija le cuente a mi nieto que ella conoció el nacimiento de un olmo nuevo en la plaza del pueblo de su abuelo”.
Por eso plantar un árbol es abrir de par en par las puertas de la esperanza. Y yo no pienso quedarme fuera. Lo dicho, muchas gracias a los que habéis tenido la idea. Además de plantar un árbol habéis sembrado el nuevo futuro de vuestro pueblo, de mi pueblo. Gracias.
Alejandro Gonzalo