La Comisión 2017. Ideas.
A ver, a estas alturas hay que hablar ya de la Comisión de Fiestas 2.017. Quiero ser sincero y por eso digo que, si necesitan ideas, yo no les voy a dar ninguna. Ya sé que tienen capacidad más que de sobra, sobre todo las mujeres, para preparar unas fiestas espectaculares. Pero yo no les voy a dar ideas porque me muero de envidia.
A mí esta comisión en su primera gestión me dejó un sabor agridulce. Dulce porque me dieron una medalla y esto es un detalle que no puede olvidar un eterno perdedor como yo. Y agrio porque me dieron la medalla sin ganar nada y esto me dolió mucho porque era el año que mejor preparado estaba para subir al podio para triunfar en una carrera. Ellos, la Comisión, en el deseo de que la prueba tuviera nivel, se fueron a Valdealvillo y contrataron una libre con marcas parecidas a cualquier keniata o etíope. Y claro se les fue de las manos y nos dejó en el más absoluto de los ridículos. La verdad, es la primera vez que la cuento, es que todo fue un desgraciado juego de palabras. Todo estaba preparado. Como si fuéramos hijos de Al Capone nos pusimos de acuerdo para que Javi lo amenazara de una manera muy sutil. Pero todos sabemos que al del Nicomedes no siempre se le entiende bien. Javi le dijo a la libre. “como corras te mato”. Vamos, una amenaza suave y discreta, pero directa, como las de toda la vida. Y entre que el chaval estaba nervioso por la categoría de la prueba y el nivel de los rivales, y que Javi se trabucó un poco, el de Valdealvillo entendió “como no corras te mato” y claro él se lo tomó al pie de la letra, salió como alma que lleva el diablo y cuando quisimos aclarar el error él ya estaba enfrente del depósito de agua y nosotros todavía pisábamos la raya de salida. Bueno, salió mal y ya está. Pero este año, si eso no hace falta liebre ni ná, vale?
Y es que no sabéis el drama que supuso para mí esa nueva derrota. Mi primo El Baraka y yo somos la vergüenza de la familia porque nunca hemos ganado nada y eso que llevamos cuarenta fiestas a nuestras espaldas. Y no será por no participar. Al principio éramos fijos en la final de pala, pero tuvimos la mala suerte de que también eran fijos los que nos ganaban siempre, y nos quedábamos los segundos. Vale, es un buen puesto, pero a nuestra ambición y deseo de protagonismo sólo les vale ser primeros. Claro que nosotros jugábamos con dos obstáculos importantes: Primero, íbamos siempre sin entrenar, y segundo, íbamos siempre sin dormir. Y era muy duro porque además de perder siempre, siempre teníamos al público e incluso al árbitro en contra. Vamos, como el Real Madrid.
Después de unos años de bajón, nos apuntamos a la tanguilla. Aquí ni siquiera pisamos podio. Eso sí, los daños fueron mínimos. Alguna que otra teja rota, porque creíamos que los tangos tenían que ir por el tejado y no por el suelo. Nuestra ilusión quedó destrozada con la tanguilla de pie a carcajadas, las mismas carcajadas que nuestros rivales nos regalaron como despedida.
El siguiente intento fue la calva, pero siempre, y seguro que a mala leche, la ponían a una hora imposible para nosotros. Después de una o dos noches interminables éramos unos zoombies nocturnos a los que mataba el sol de agosto. A la hora que Juan, Antonino y compañía se pelaban con la calva, nosotros nos peleábamos con las sábanas. Y aquí si ganábamos, pero para esto no había premios.
Entonces, si no está cerrado el programa yo voy a hacer dos propuestas para ganar algo y que Luis no nos pase todos los años sus copas y trofeos por las narices.
En primer lugar, un campeonato de vagos. Gana el que aguante los tres días de fiesta sin hacer nada, nada más que las necesidades básicas, (comer, beber, mear…) Yo en esta modalidad os aseguro que por lo menos empato con el primero.
Pero a mi primo El Baraka, este campeonato no le va bien. Él es incapaz de estarse quieto más de tres segundos, y es imposible que esté más de cinco segundos sin meterse con los guiputxis. Entonces propongo un campeonato de pesca. La pesca le va como anillo al dedo. En su pueblo le llaman el tiburón Regato, por lo que pesca y porque se come todo lo que pesca.
Eso sí, hay que hacerlo bien. No puede ser en aguas tranquilas, tiene que ser en aguas bravas. Os damos dos alternativas. Una, lo organizáis en el pozo de las Bardas. Cuando entre con la lancha al pozo, todos los de la Comisión os tiráis al agua estilo bomba desde un trampolín de siete metros. No será el Cantábrico pero el efecto puede colar.
Y si no lo tenéis claro así, la otra posibilidad es hacerlo en el mar. No os preocupéis, si hay que llevar el mar a Blacos se lleva. Eso para uno de la cuesta de Bilbao no supone ningún esfuerzo.
Aquí también garantizamos podio.
De esta forma la Comisión 2.017 puede pasar a la historia como la heroína de nuestras vidas. Acabaréis con un agravio histórico, y por fin dos de las personas que más se merecen un premio lo tendrán.
Y eso que no os iba a dar ideas. Con las que os he contado y el baile y los disfraces tenéis ya montadas las mejores fiestas de la historia de Blacos. Y encima os quejaréis.
A ver, a estas alturas hay que hablar ya de la Comisión de Fiestas 2.017. Quiero ser sincero y por eso digo que, si necesitan ideas, yo no les voy a dar ninguna. Ya sé que tienen capacidad más que de sobra, sobre todo las mujeres, para preparar unas fiestas espectaculares. Pero yo no les voy a dar ideas porque me muero de envidia.
A mí esta comisión en su primera gestión me dejó un sabor agridulce. Dulce porque me dieron una medalla y esto es un detalle que no puede olvidar un eterno perdedor como yo. Y agrio porque me dieron la medalla sin ganar nada y esto me dolió mucho porque era el año que mejor preparado estaba para subir al podio para triunfar en una carrera. Ellos, la Comisión, en el deseo de que la prueba tuviera nivel, se fueron a Valdealvillo y contrataron una libre con marcas parecidas a cualquier keniata o etíope. Y claro se les fue de las manos y nos dejó en el más absoluto de los ridículos. La verdad, es la primera vez que la cuento, es que todo fue un desgraciado juego de palabras. Todo estaba preparado. Como si fuéramos hijos de Al Capone nos pusimos de acuerdo para que Javi lo amenazara de una manera muy sutil. Pero todos sabemos que al del Nicomedes no siempre se le entiende bien. Javi le dijo a la libre. “como corras te mato”. Vamos, una amenaza suave y discreta, pero directa, como las de toda la vida. Y entre que el chaval estaba nervioso por la categoría de la prueba y el nivel de los rivales, y que Javi se trabucó un poco, el de Valdealvillo entendió “como no corras te mato” y claro él se lo tomó al pie de la letra, salió como alma que lleva el diablo y cuando quisimos aclarar el error él ya estaba enfrente del depósito de agua y nosotros todavía pisábamos la raya de salida. Bueno, salió mal y ya está. Pero este año, si eso no hace falta liebre ni ná, vale?
Y es que no sabéis el drama que supuso para mí esa nueva derrota. Mi primo El Baraka y yo somos la vergüenza de la familia porque nunca hemos ganado nada y eso que llevamos cuarenta fiestas a nuestras espaldas. Y no será por no participar. Al principio éramos fijos en la final de pala, pero tuvimos la mala suerte de que también eran fijos los que nos ganaban siempre, y nos quedábamos los segundos. Vale, es un buen puesto, pero a nuestra ambición y deseo de protagonismo sólo les vale ser primeros. Claro que nosotros jugábamos con dos obstáculos importantes: Primero, íbamos siempre sin entrenar, y segundo, íbamos siempre sin dormir. Y era muy duro porque además de perder siempre, siempre teníamos al público e incluso al árbitro en contra. Vamos, como el Real Madrid.
Después de unos años de bajón, nos apuntamos a la tanguilla. Aquí ni siquiera pisamos podio. Eso sí, los daños fueron mínimos. Alguna que otra teja rota, porque creíamos que los tangos tenían que ir por el tejado y no por el suelo. Nuestra ilusión quedó destrozada con la tanguilla de pie a carcajadas, las mismas carcajadas que nuestros rivales nos regalaron como despedida.
El siguiente intento fue la calva, pero siempre, y seguro que a mala leche, la ponían a una hora imposible para nosotros. Después de una o dos noches interminables éramos unos zoombies nocturnos a los que mataba el sol de agosto. A la hora que Juan, Antonino y compañía se pelaban con la calva, nosotros nos peleábamos con las sábanas. Y aquí si ganábamos, pero para esto no había premios.
Entonces, si no está cerrado el programa yo voy a hacer dos propuestas para ganar algo y que Luis no nos pase todos los años sus copas y trofeos por las narices.
En primer lugar, un campeonato de vagos. Gana el que aguante los tres días de fiesta sin hacer nada, nada más que las necesidades básicas, (comer, beber, mear…) Yo en esta modalidad os aseguro que por lo menos empato con el primero.
Pero a mi primo El Baraka, este campeonato no le va bien. Él es incapaz de estarse quieto más de tres segundos, y es imposible que esté más de cinco segundos sin meterse con los guiputxis. Entonces propongo un campeonato de pesca. La pesca le va como anillo al dedo. En su pueblo le llaman el tiburón Regato, por lo que pesca y porque se come todo lo que pesca.
Eso sí, hay que hacerlo bien. No puede ser en aguas tranquilas, tiene que ser en aguas bravas. Os damos dos alternativas. Una, lo organizáis en el pozo de las Bardas. Cuando entre con la lancha al pozo, todos los de la Comisión os tiráis al agua estilo bomba desde un trampolín de siete metros. No será el Cantábrico pero el efecto puede colar.
Y si no lo tenéis claro así, la otra posibilidad es hacerlo en el mar. No os preocupéis, si hay que llevar el mar a Blacos se lleva. Eso para uno de la cuesta de Bilbao no supone ningún esfuerzo.
Aquí también garantizamos podio.
De esta forma la Comisión 2.017 puede pasar a la historia como la heroína de nuestras vidas. Acabaréis con un agravio histórico, y por fin dos de las personas que más se merecen un premio lo tendrán.
Y eso que no os iba a dar ideas. Con las que os he contado y el baile y los disfraces tenéis ya montadas las mejores fiestas de la historia de Blacos. Y encima os quejaréis.