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BLACOS: UN gesto de amistad...

UN gesto de amistad

A veces basta un simple gesto, un cruce de miradas o una frase muy breve tipo “me gusta todo lo que escribes”, a la que sigue una contestación también cosida a la brevedad.“ todo no creo, eso es mucho…. Un ritual que no supera los quince segundos. Tiempo más que suficiente para cimentar una amistad que nuca antes nos había abandonado sin dejar de acompañarnos cada verano.
Y es que la vida de los hombres y de las mujeres es así. Puedes estar una vida entera viviendo en el mismo tiempo, compartiendo el mismo espacio, disfrutando de los mismos gustos, e incluso soñando los mismos sueños… y seguir siendo unos desconocidos. Sin embargo en quince segundos puedes consolidar un pensamiento y asegurar una amistad que estaba siempre pendiente de los vaivenes de la indecisión. Y yo, que tengo la mala costumbre de darle vueltas a todo, he concluido que tampoco es tan difícil. Cuando se transita por los mismos caminos, cuando se comparten algunos valores y se desciende de determinados principios, no resulta difícil la amistad con una mujer que llega a bordo de la sencillez, no se desata en estridencias ni se deja llevar por murmullos de esquina. Me da a mí que a ella tampoco nadie le ha regalado nada, que cuando mira atrás sólo le siguen el esfuerzo denodado por subir las cuestas y acelerar en los llanos. Y cuando mira adelante descubre que su camino ya está muy poblado de pequeños compromisos que la atan a los pañales y la persiguen los biberones. Aún así saca tiempo para disfrutar de esas pequeñas cosas que para ella seguro que son grandes logros. Tampoco tarda en encontrar esos pequeños huecos que la deleitan con sus grandes y dulces aficiones al lado de los fogones.
No podría decir mucho más sin riesgo a equivocarme, lo que no quiere decir tampoco que no me haya equivocado en algunas de las afirmaciones anteriores. Pero es que no hace falta más para sentirse cercano a una persona nada más descubrir una mirada limpia y un gesto amigable y distendido. A veces la amistad ese eso, nada más. Lo único excesivo era eso de “me gusta todo lo que escribes”. No se puede ser tan buena, ni tan generosa… aunque bueno igual es verdad. Verdad como esa amistad fecunda que no necesita de más argumentos. Si te reconoces me alegro mucho… porque sí… me refiero a ti.