Igual algo sí hemos hecho mal
Las palabras de Pablo, eternamente agradecido, me han hecho pensar, aunque sé perfectamente que hay gente como mi primo el Baraka que cree que lo de pensar es algo que no está a mi alcance. Y he pensado que en todos los textos que he escrito en esta página me he centrado en hablar de gente que mantiene su fidelidad física a Blacos. Es decir, que lo visitan con alguna, cierta, o mucha frecuencia. Y en cambio no he dicho nunca nada, o muy poco, de aquellos que durante muchos veranos compartían con nosotros el espacio físico del pueblo y de repente dejaron de hacerlo. Evidentemente desconozco los motivos y, es más, no tengo por qué conocerlos. Y en el caso de que conozca algunos no soy quien para hacerlos públicos. Y no me refiero a los que han dejado de ir porque no tienen a dónde ir. Me refiero a aquellos que lo han dejado de otra manera. Y me preocupa sobre todo los que han sufrido un desarraigo, una pérdida de relaciones, un vacío generacional… y eso sí me preocupa porque igual es que hemos hecho algo mal como colectivo. Y ahí encaja, por ejemplo, también los que visitan el pueblo pero su amistad o sus relaciones nunca han ido más allá del umbral de su casa, o de sus propios pensamientos.
Y me viene a la cabeza lo que hacen en algunos pueblos de Navarra para paliar esas carencias. En sus fiestas patronales dedican un día o un acto de uno de los días al Ausente. Sería el día del Blaqueño Ausente, para entendernos. Consiste en hacerle un reconocimiento, (una placa estaría bien, aquí lo del jamón igual no), al que siguen unas palabras del reconocido sobre su relación con el pueblo y se termina con un aperitivo de confraternización. Eso une mucho, y lo sé por la experiencia de estos lugares que os digo. Claro que alguno puede pensar que porqué lo digo aquí y no me lo guardo para cuando le toque a mi cuadrilla volver a organizar las fiestas. Pues muy fácil, porque se me ha ocurrido hoy, e igual mañana o la semana que viene, ya se me ha olvidado (la edad es mucho mala).
Además mis propuestas tienen poco éxito. Los que siguen esta página saben que llevo años intentando que el alcalde Blacos le ponga mi nombre a una de las calles. E incluso que me nombre hijo adoptivo o algo así. Este año he intentado reunir a los de la quinta del 58. Y nunca he conseguido nada, así que tampoco tengo esperanzas de conseguirlo ahora. Así que mejor que lo propongan otros con más suerte.
Incluso el reconocimiento de Blaqueño Ausente puede ser colectivo, o a título póstumo, porque hay gente que se ha ido sin pasar por el pueblo en muchos años.
Seguro que a poco que pensemos se nos ocurren muchos nombres de cada una de nuestras generaciones. Esa gente que hace mucho, o poco tiempo, hemos dejado de conocer pero que durante algunos años estaban siempre ahí y nos hemos olvidado de ellos, entre otras cosas porque quizás ellos tampoco han hecho nada para mantener ese recuerdo.
No es cuestión de repartir culpas u otorgar responsabilidades pero a mí siempre me viene a la memoria la misma persona. Pasó de ir a Blacos todos los veranos, Semana Santa y Navidades, a de repente un día no volver. Y tengo que reconocer que hubo una responsabilidad de muchas personas, entre las que me incluyo, que no hicimos nada. Bueno sí, probablemente colaboramos en empujarle cada vez un poco más lejos de nuestra compañía. Y eso al final duele, o escuece, o molesta, según cada uno.
Y eso es lo que me da por pensar. Porque también hay otros casos en los que hemos ofrecido toda nuestra hospitalidad, amistad y compañía y ha sido despreciada sin remilgos.
Pero si buscamos esa reconciliación genérica, sin entrar en detalles, igual podemos dar un paso adelante para hacer nuestras fiestas más brillantes y nuestra gente todavía más acogedora.
Ahí lo dejo
P. D. (Baraka ya sé que es muy malo que piense, pero me resulta inevitable)
Las palabras de Pablo, eternamente agradecido, me han hecho pensar, aunque sé perfectamente que hay gente como mi primo el Baraka que cree que lo de pensar es algo que no está a mi alcance. Y he pensado que en todos los textos que he escrito en esta página me he centrado en hablar de gente que mantiene su fidelidad física a Blacos. Es decir, que lo visitan con alguna, cierta, o mucha frecuencia. Y en cambio no he dicho nunca nada, o muy poco, de aquellos que durante muchos veranos compartían con nosotros el espacio físico del pueblo y de repente dejaron de hacerlo. Evidentemente desconozco los motivos y, es más, no tengo por qué conocerlos. Y en el caso de que conozca algunos no soy quien para hacerlos públicos. Y no me refiero a los que han dejado de ir porque no tienen a dónde ir. Me refiero a aquellos que lo han dejado de otra manera. Y me preocupa sobre todo los que han sufrido un desarraigo, una pérdida de relaciones, un vacío generacional… y eso sí me preocupa porque igual es que hemos hecho algo mal como colectivo. Y ahí encaja, por ejemplo, también los que visitan el pueblo pero su amistad o sus relaciones nunca han ido más allá del umbral de su casa, o de sus propios pensamientos.
Y me viene a la cabeza lo que hacen en algunos pueblos de Navarra para paliar esas carencias. En sus fiestas patronales dedican un día o un acto de uno de los días al Ausente. Sería el día del Blaqueño Ausente, para entendernos. Consiste en hacerle un reconocimiento, (una placa estaría bien, aquí lo del jamón igual no), al que siguen unas palabras del reconocido sobre su relación con el pueblo y se termina con un aperitivo de confraternización. Eso une mucho, y lo sé por la experiencia de estos lugares que os digo. Claro que alguno puede pensar que porqué lo digo aquí y no me lo guardo para cuando le toque a mi cuadrilla volver a organizar las fiestas. Pues muy fácil, porque se me ha ocurrido hoy, e igual mañana o la semana que viene, ya se me ha olvidado (la edad es mucho mala).
Además mis propuestas tienen poco éxito. Los que siguen esta página saben que llevo años intentando que el alcalde Blacos le ponga mi nombre a una de las calles. E incluso que me nombre hijo adoptivo o algo así. Este año he intentado reunir a los de la quinta del 58. Y nunca he conseguido nada, así que tampoco tengo esperanzas de conseguirlo ahora. Así que mejor que lo propongan otros con más suerte.
Incluso el reconocimiento de Blaqueño Ausente puede ser colectivo, o a título póstumo, porque hay gente que se ha ido sin pasar por el pueblo en muchos años.
Seguro que a poco que pensemos se nos ocurren muchos nombres de cada una de nuestras generaciones. Esa gente que hace mucho, o poco tiempo, hemos dejado de conocer pero que durante algunos años estaban siempre ahí y nos hemos olvidado de ellos, entre otras cosas porque quizás ellos tampoco han hecho nada para mantener ese recuerdo.
No es cuestión de repartir culpas u otorgar responsabilidades pero a mí siempre me viene a la memoria la misma persona. Pasó de ir a Blacos todos los veranos, Semana Santa y Navidades, a de repente un día no volver. Y tengo que reconocer que hubo una responsabilidad de muchas personas, entre las que me incluyo, que no hicimos nada. Bueno sí, probablemente colaboramos en empujarle cada vez un poco más lejos de nuestra compañía. Y eso al final duele, o escuece, o molesta, según cada uno.
Y eso es lo que me da por pensar. Porque también hay otros casos en los que hemos ofrecido toda nuestra hospitalidad, amistad y compañía y ha sido despreciada sin remilgos.
Pero si buscamos esa reconciliación genérica, sin entrar en detalles, igual podemos dar un paso adelante para hacer nuestras fiestas más brillantes y nuestra gente todavía más acogedora.
Ahí lo dejo
P. D. (Baraka ya sé que es muy malo que piense, pero me resulta inevitable)