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BLACOS: El arte de la política...

El arte de la política

Por si alguno no lo sabe Maquiavelo fue uno de los tíos más listos que ha dado la historia a la hora de manejar la maldad para su propio beneficio. Es el que dijo aquello de que “el fin justifica los medios”. Pero antes, o después, también dijo que la política es el arte del engaño. Y aunque no es habitual hoy voy a escribir de política, y la verdad es que no se si lo hago porque estos días todo el mundo habla de política, o porque, y esto es más seguro, la inspiración no me visita para iluminarme con nuevos temas sobre Blacos.
Pero bueno, en Blacos interesa mucho la política. O al menos eso hay que pensar de un pueblo que, después de Soria, es el que más listas presenta a las próximas elecciones municipales. Yo no voy a decir que sea bueno ni malo, porque desconozco los motivos que tiene cada uno para ser alcalde. Pero lo que es evidente es que existe un deseo bastante extendido de dirigir los asuntos municipales, y me imagino que esto es bueno. Al menos bueno para los electores que tienen un amplio abanico de posibilidades. Pero también hay otros detalles lejos de cualquier ideología. Al haber tantos candidatos la elección se complica o se simplifica. Y es que la política también es el arte de complicar las cosas. Lo vemos todos los días, a todos las horas y en cualquier lugar del mundo, por muy pequeño que sea. Y lo complica, porque una de las primeras conclusiones es la de que el electorado de Blacos es muy inquieto y parece que no acaba de dar con la fórmula ideal. Esta puede ser la causa de tantos candidatos, o también puede ser la máxima de arriba y que en ese arte del engaño se hayan enrocado los deseos personales, hasta que los electores han tenido la ocasión de votar por los intereses generales. Y es que la política también es el arte de disfrazar de interés general lo que sólo es interés particular. Bueno a veces no es arte, es simplemente imposición. Y los electores tampoco llevan bien lo de la imposición y quieren, con todo el derecho del mundo, que se les tenga en cuenta, sean partícipes de las decisiones comunes y puedan tener opinión más allá de la papeleta que meten en la urna cada cuatro años. Sería lo que se dice en nuestra tierra, no confundir las churras con las merinas. Y estaría cerca de esa otra máxima que dice también que la política es el arte de servirse de los hombres y mujeres haciéndoles creer que se les sirve a ellos. No seré yo quien diga que eso sucede en Blacos, porque no tengo ninguna prueba de ello ni tampoco la he buscado. Pero a veces la sociología se acerca mucho al arte, y los comportamientos definen unas situaciones o explican otras que parecen muy complicadas. Pero algo tiene que haber para que en pocos años se haya pasado de una o ninguna candidatura a que haya tantas como ahora.
Quizás sea que entre tanto arte como rodea a la política cuesta encontrar al artista que dé forma al interés general del pueblo, a convertir en posible lo que es difícil, y a convertir en realidad cualquier atajo hacia la grandeza del trono.
O igual no. Y todos coinciden en la defensa de Blacos como pueblo, de sus gentes de aquí, de allá y de acullá, de sus tradiciones milenarias y de las surgidas al albur de los nuevos tiempos, de impulsar el futuro del pueblo sin olvidarse del presente, de luchar por la convivencia y romper con disidencias impostadas, de creer en la hospitalidad de un pueblo que ha resurgido por el empeño de todos los que lo quieren y que son muchos más de los que parecen y de los que tienen voto, de tender puentes en lugar de cavar fosos, de buscar el apoyo y no luchar por el desapego… y tantas cosas más. Si todos coinciden en algo así va a ser muy difícil acertar con la decisión. Blacos se merece que la política se deje de artes y sea un servicio al pueblo. Sin más.