Un año más. Día del Alzheimer
“ El Alzheimer es esa enfermedad que nunca olvida una caricia”
Estamos a punto de celebrar un año más el Día Mundial del Alzheimer. Y dentro de esa tormenta de dolor, a veces caen pequeñas gotas de alegría que contribuyen un poco a desdramatizar la tragedia. Una de ellas puede ser esa frase con la que encabezo el texto y que tiene más valor por quién la pronuncia, una cuidadora que convive a diario con estos enfermos y que valora con su experiencia el esfuerzo y entrega de sus familiares. También es una gota de alegría el esfuerzo de la asociación soriana de enfermos y de sus familiares. Se encuentra detrás de alzheimersoria. org Ellos han abierto una campaña de recogida de fondos, lo que se conoce como crowdfunding, para poder comprar una furgoneta que traslade a los enfermos hasta el centro de ayuda. En la respuesta está el interés y la solidaridad. Y otra gota de lluvia, está quizás perfumada de esperanza, es la publicación de un ensayo clínico para frenar los síntomas de la demencia de los enfermos de alzheimer. Puede ser un punto de partida o un esfuerzo del que se desconoce su final. Pero cuando no hay nada, cualquier cosa contribuye al alivio y a la esperanza de todos aquellos que llevan tiempo frustrados ante la falta de avances, o de esas gotas de pequeñas alegría.
Quizás alguno se pregunte por mi empeño en escribir en esta página cada año sobre esta enfermedad. Debo reconocer sin ningún rubor que lo hago por compromiso, y sobre todo por terapia personal. Pero también lo hago por conciencia de ayuda con esas personas que leen esta página y pasan, o han pasado, por el mismo trance que pasé yo hace unos años. Y en esta enfermedad del olvido, los que tenemos el privilegio de conservar la memoria tenemos también la obligación moral de acercarnos a todos aquellos que viven en la desesperación y en el dolor y buscan referencias en cualquier gota de alegría. Si los enfermos se enfrentan al olvido de la memoria, los que estamos a su lado no podemos caer nunca en la tentación del egoísmo. Cualquier atisbo, cualquier luz en ese mundo de miedos y oscuridades es una ventana y un impulso hacia la propia supervivencia. Si nos olvidamos de esto seguiremos conservando la memoria, pero habremos perdido los sentimientos, los buenos sentimientos. No lo olvidemos.
“ El Alzheimer es esa enfermedad que nunca olvida una caricia”
Estamos a punto de celebrar un año más el Día Mundial del Alzheimer. Y dentro de esa tormenta de dolor, a veces caen pequeñas gotas de alegría que contribuyen un poco a desdramatizar la tragedia. Una de ellas puede ser esa frase con la que encabezo el texto y que tiene más valor por quién la pronuncia, una cuidadora que convive a diario con estos enfermos y que valora con su experiencia el esfuerzo y entrega de sus familiares. También es una gota de alegría el esfuerzo de la asociación soriana de enfermos y de sus familiares. Se encuentra detrás de alzheimersoria. org Ellos han abierto una campaña de recogida de fondos, lo que se conoce como crowdfunding, para poder comprar una furgoneta que traslade a los enfermos hasta el centro de ayuda. En la respuesta está el interés y la solidaridad. Y otra gota de lluvia, está quizás perfumada de esperanza, es la publicación de un ensayo clínico para frenar los síntomas de la demencia de los enfermos de alzheimer. Puede ser un punto de partida o un esfuerzo del que se desconoce su final. Pero cuando no hay nada, cualquier cosa contribuye al alivio y a la esperanza de todos aquellos que llevan tiempo frustrados ante la falta de avances, o de esas gotas de pequeñas alegría.
Quizás alguno se pregunte por mi empeño en escribir en esta página cada año sobre esta enfermedad. Debo reconocer sin ningún rubor que lo hago por compromiso, y sobre todo por terapia personal. Pero también lo hago por conciencia de ayuda con esas personas que leen esta página y pasan, o han pasado, por el mismo trance que pasé yo hace unos años. Y en esta enfermedad del olvido, los que tenemos el privilegio de conservar la memoria tenemos también la obligación moral de acercarnos a todos aquellos que viven en la desesperación y en el dolor y buscan referencias en cualquier gota de alegría. Si los enfermos se enfrentan al olvido de la memoria, los que estamos a su lado no podemos caer nunca en la tentación del egoísmo. Cualquier atisbo, cualquier luz en ese mundo de miedos y oscuridades es una ventana y un impulso hacia la propia supervivencia. Si nos olvidamos de esto seguiremos conservando la memoria, pero habremos perdido los sentimientos, los buenos sentimientos. No lo olvidemos.