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BLACOS: Pilar...

Pilar

“ Nunca has abandonado mis sueños, aunque hay muchas lagunas en mis realidades”. Hace un tiempo, demasiado tiempo, que en Blacos nos hemos instalado en la tragedia de las despedidas, y con más frecuencia en estos tiempos oscuros que nos toca vivir. Y el dolor se suma al dolor que ahoga las palabras y sólo se sobrevive a través de las emociones y de los recuerdos que hacen que nadie se vayan nunca del todo, y siempre esté presente en el pequeño entorno que la vio nacer y crecer. Hace unos días, pocos, se fue Pilar, Pili para la familia y los amigos. Es posible que algún visitante de esta página no tenga muy claro de quien hablo. Pilar es hermana de Encarna, Zacarías, Elvira y Rosa. Durante muchos veranos fue frecuente su presencia en Blacos, y su hija Marta era una más de aquellas niñas que poblaban la plaza o las eras y llenaban el pueblo de una vitalidad precursora de estos tiempos. Pilar siempre prefería la tranquilidad de las tardes soleadas del balcón de las Petras y la intensidad de los encuentros cercanos que alejarse de sus límites. Yo recuerdo que siempre te recibía con una sonrisa en la boca, y cuando profundizabas un poco más, descubrías que esa sonrisa sólo era la puerta de entrada a un carácter simpático, acogedor y entrañable. Daba la sensación que siempre era feliz, y seguro que esa felicidad subía un poco su volumen cuando se acercaba a la casa en la que había vivido y se rodeaba de su familia más cercana. Esa amabilidad se anudaba a una sensación de tranquilidad y sosiego que te permitían pensar en una mujer preocupada por sus preocupaciones y alejada de cualquier conversación que no tuviera que ver con lo que a ella realmente le importaba. Y en esos tiempos puede que viviera alejada de las adversidades que le esperaban a la vuelta de la esquina y que, me consta, después fue forjando en ella una dureza y resistencia admirable para ir saltando cada obstáculo que se iba encontrando a la vuelta de la esquina. Pilar es una de esas personas que parece que pasó de puntillas por la vida social de Blacos, y puede que sea verdad. Pero a los que la conocimos de cerca nunca nos pasó desapercibida, porque cuando te das de bruces con la sencillez, la nobleza y la simpatía de una persona, eso te acaba dejando una huella en tu ADN vital que jamás puedes olvidar. Y en ese imposible olvido está el recuerdo permanente que hace que las personas vivamos siempre más allá de la última esquina. Si pudiera leer esto su respuesta sería, con seguridad, una tímida sonrisa de cariño. Es lo que yo más recuerdo de otra persona más que se esconde detrás de esa oscuridad que os toca vivir. Pero en la oscuridad siempre se alcanza a ver los perfiles de todos nuestros recuerdos. Y el suyo será permanente, seguro.