Al genio de la lámpara, solo le pediría un deseo, ya que teniendo salud, trabajo, disfrutando y compartiendo de familiares y amigos no soy ansias y con un solo deseo complacido sería ya feliz. Si el genio me lo concediera, cumpliría el resto de mis días una promesa, acudir el día 8 de septiembre a la ermita y llenarla de velas y flores, tal sería mi felicidad si alcanzará a ver mi deseo cumplido. Que no es otro que en mi pueblo haya buen rollo entre todos.