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BLACOS: Ahí estamos...

Ahí estamos

Sólo han pasado dos años y sin embargo da la sensación de que hemos vivido en dos épocas glaciares diferentes. Se han desdibujado principios y se han corrida cortinas de pudor y respeto para dejar entrar la luz en las zonas oscuras del egoísmo y la soberbia. A veces la dura realidad rompe todas las máscaras tras la que se ocultaban mil maneras distintas de esconder la verdad y los principios que nunca habían dejado de ser finales. Y sin embargo hay que amanecer con la esperanza de que todo puede volver a ser normal dentro de la anormalidad en la que muchas veces nos desenvolvemos los humanos. Por ejemplo, en Blacos más allá de confinamientos, protocolos, pcrs o antígenos nos encontramos con que su superficie habitable sigue creciendo, el bar sigue abriendo sus puertas e incluso hay quien ya piensa que este año sí habrá fiestas de agosto. Y es ahí donde está la verdadera llave para abrir la puerta de la normalidad, recuperar la normalidad para seguir viviendo e insistiendo en vivir. Estos tiempos si han servido para algo es para darnos cuenta de que la normalidad es lo más cerca que podemos estar de la felicidad. Y a estas alturas creo que todos nos merecemos esa normalidad, la de poder mirarnos a la cara de cerca, compartir unas cervezas, desentrañar un nuevo cartel de fiestas con el misterio de sus disfraces, el sentimiento de unión de las comidas o el frenesí de las noches de verbena. Blacos necesita mantener el pulso a la normalidad para no perder de vista esos rasgos de unión y de amistad que han ido creciendo con los años, al mismo ritmo que tomaban el relevo las nuevas generaciones, más alejadas de prejuicios que las
anteriores, y con pocas o ninguna gana de saldar cuentas pendientes con la historia. Ese resurgir de la amista que hemos vivido todos en los últimos años, y que ha provocado diversas reacciones según cada uno. Pero lo que es una realidad evidente es que ha habido un avance impresionante en la búsqueda de la concordia. Y a eso han contribuido muchas cosas, algunas han nacido nuevas, y otras se han corregido sobre las antiguas. Es una esperanza que hay que mantener en el futuro y en cualquier normalidad que nos depare la vida.