Rebaja tu factura AQUÍ

BLACOS: La verdad es que a veces la imaginación se convierte...

1/5/25/100/500. Algunas de las aglutinaciones de la antigua moneda.

Estímulos y "castañuelas":

No hay color entre los estímulos que tendrán los niños en Blancos este verano con los que teníamos los que ya peinamos canas.

Antes del 2000 la moneda nacional era la peseta. En los años 70 con una peseta podías comprar, aproximadamente a modo de ejemplo, un chicle; Con un duro un helado de hielo. Era famoso el dicho " no vale ni un duro", así como contar por duros. Veinte duros eran 100 pesetas. con 25 una docena de huevos. Con 100 los complementos alimenticios semanales a lo procedente de la economía de subsistencia, para el avituallamiento en una familia de tamaño intermedio.

En general los niños teníamos contados los estímulos que ofrecía el pueblo, el principal radicaba en nosotros mismos y nuestra inmensa energía. La calderilla más o menos la manejabamos pero lo de los billetes no era habitual.

Recuerdo un mes de agosto a la hora de la siesta estando un grupo de infantes jugando discretamente dado el silencio imperante, en la puerta del ayuntamiento; Avistamos un billete de 500 pesetas en medio de la plaza, junto a este únicamente estaban el viejo Olmo frondoso y el señor Nicanor+ (abuelo de la saga de los y las Gonzalo) quien mantenía su elegancia portando chaqueta de traje, visera y poblado cabello gris, mientras descansaba en una silla, disfrutando del encanto y del calor del verano. Le gritamos Sr Nicanor, señor Nicanor...; pero podía más su sopor. Al final fue un adulto quien atendiendo a nuestra llamada se le acerco e informó al anciano de lo acontecido; El abuelito sacó su cartera y recogió el billete, de color azul para información de los más jóvenes y de tamaño ligeramente superior a uno actual de cinco euros.

Está pequeña anécdota en mi niñez fue un acontecimiento.

Pronto llega el verano de 2022 cargado de ilusión, a por él!

La verdad es que a veces la imaginación se convierte en el mejor sustituto de la memoria, aunque ello signifique un intento de cambiar la historia, o adaptarla a nuestras ensoñaciones o ampliarla a la medida de nuestra sueños desbocados. POr ejemplo, resulta verdaderamente complicado creer que en los años 70 mi abuelo Nicanor estuviera en la plaza, pero bueno... podría ser. Lo que es inconcebible es que mi abuelo llevara visera. Yo que presumo de haberlo conocido desde el día que nací, jamás lo ví con una visera. Eso sí, siempre tapaba su pelo totalmente plateado, que no gris, con una boina negra, como lo hacían en Blacos casi todos los hombres de su edad, más mayores, e incluso más jóvenes. Ah ¡y también hay un pequeño detalle, que tiene su importancia. A mi abuelo le podías gritar a todo pulmón, a un metro de él, que no había forma. Y es que, más allá de cualquier sopor, mi abuelo era sordo como una tapia. Y te puedo asegurar, a quien seas, que fuistéis muy generosos con mi abuelo, y te lo agradezo de corazón. Fue una buena obra. Mi abuelo siempre llevaba la cartera cerrada a cal y canto con una goma elástica, que impedía que se le cayera nada, y menos un billete de 500 pesetas, con lo que suponía en aquellos años, que por poco más de cinco pesetas le ponían una copa de anís y a mí cuatro galletas marías en el bar de la Luisa, en aquellos años la cantina del Juan. Al abuelo Nicanor, lo que es del abuelo Nicanor.