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BLACOS: Hola amigos, hola alejandro, el olmo, las noches de...

Sería un milagro poder descifrar todos los sentimientos y traducir todos los mensajes al oído de los que fue testigo el viejo olmo de la plaza. Fue el fiel confidente de pequeñas historias de amor vividas en la penumbra de la noche, pero otras veces se convirtió en fuente de inspiración de romances de verano que en algunos casos crecieron después al abrigo del invierno. Nunca fallaba como fiel escudero de los primeros escarceos amorosos que nacían con el impulso de la adolescencia o con el atrevimiento de la juventud. Durante muchos años aprendió miles de cuentos, de noches de nervios y manos temblorosas que se deslizaban por curvas prohibidas. Y tampoco fue ajeno a alguna bofetada que castigaba la osadía de quien que se había atrevido a ir más allá de los límites permitidos.
El olmo vivía dos vidas distintas. Una de juegos infantiles por la mañana y de sombra y siesta por la tarde. Y otra de arrullos, descaros o declaraciones de amor por la noche. Nunca dijo nada, era tan escrupuloso que no dejaba que en su corteza quedara huella o testimonio de miles de amores perdidos y algunos encontrados y mantenidos. Desde que recuerdo el olmo, con Agapito encaramado en sus ramas tocando el acordeón, hasta que ahora se me escapa la vista esperando encontrar su sonrisa cómplice han pasado muchos años, muchos días y muchas noches. Yo, al meno yo, me quedó con sus noches.

Hola amigos, hola alejandro, el olmo, las noches de las fiestas bailando detras de el para por siacaso nos tocaba bailar con quien nos gustaba... uf y despues el Celestino (que lo recuerdo mucho) las broncas que nos caian, pero que nos quiten lo bailao! y si cuando por la mediodia bajaba a cualquier cosa a casa de la tia Boni, siempre habia alguien durmiendo bajo el olmo. Bueno sarracenos un saludo, Chus