Aquellas mujeres
Él dormitaba sentado sobre el duro banco de madera, muy cerca de la lumbre para combatir el rigor del otoño que se acercaba al invierno. A su vera, pegado a la pernera de su pantalón negro de pana, y a menos de un metro de sus abarcas abatidas por el uso milenario, el viejo porrón lleno hasta la mitad del recio vino de Vadocondes. La boina descansa ladeada sobre una de sus orejas, y deja ver algunos mechones plateados de un pelo frondoso y rebelde que se asoma a la escena. La ... (ver texto completo)
Él dormitaba sentado sobre el duro banco de madera, muy cerca de la lumbre para combatir el rigor del otoño que se acercaba al invierno. A su vera, pegado a la pernera de su pantalón negro de pana, y a menos de un metro de sus abarcas abatidas por el uso milenario, el viejo porrón lleno hasta la mitad del recio vino de Vadocondes. La boina descansa ladeada sobre una de sus orejas, y deja ver algunos mechones plateados de un pelo frondoso y rebelde que se asoma a la escena. La ... (ver texto completo)