Desconcierto.
Ordeno los pensamientos de mi jardín por colores, por tamaños, por olores, por la frescura de sus aterciopelados pétalos. Las violetas no han vuelto a florecer. La planta del dinero no ha agarrado todavía. Es tiempo de espera. Mientras, las puntillas de esta primavera son blancas como las del invierno y como las del verano pasado. El troqueteo de los palitroques recuerda el momento de preparar el ajuar para los nietos. A la solana charlamos de los planes para el verano, iremos al mar a tomar el sol y caminar por la arena. El azul del mar contrasta con el marrón y el verdor divisado desde el castillo durante todo el año. La sal de sus aguas cura las heridas de tus palabras porque tu tono bronco soriano es el que resuena en mi mente de forma repetitiva. Mis pensamientos azulados están esperando un tono más cercano que les haga resplandecer bajo la luna llena de primavera. Los tambores de semana santa aturden mi cabeza. Quiero escapar hacia mi huerto y coger los frutos de la tierra que cultivo con mimo para comer sus frutos: manjares absolutos. El puchero cuece en la lumbre la col del tendero que vino ayer. Los turistas han querido entrar hoy en mi casa pero estaba el tranco echado. Hoy ha habido viacrucis por jueves santo.
El tic tac del reloj advierte, con cierto sentido, del sin sentido de la rudeza de tu tono. Escucha el reloj de pared y mírame a los ojos, si tienes un momento. El tiempo es nuestro. ¡Vamos al concierto!.
Ordeno los pensamientos de mi jardín por colores, por tamaños, por olores, por la frescura de sus aterciopelados pétalos. Las violetas no han vuelto a florecer. La planta del dinero no ha agarrado todavía. Es tiempo de espera. Mientras, las puntillas de esta primavera son blancas como las del invierno y como las del verano pasado. El troqueteo de los palitroques recuerda el momento de preparar el ajuar para los nietos. A la solana charlamos de los planes para el verano, iremos al mar a tomar el sol y caminar por la arena. El azul del mar contrasta con el marrón y el verdor divisado desde el castillo durante todo el año. La sal de sus aguas cura las heridas de tus palabras porque tu tono bronco soriano es el que resuena en mi mente de forma repetitiva. Mis pensamientos azulados están esperando un tono más cercano que les haga resplandecer bajo la luna llena de primavera. Los tambores de semana santa aturden mi cabeza. Quiero escapar hacia mi huerto y coger los frutos de la tierra que cultivo con mimo para comer sus frutos: manjares absolutos. El puchero cuece en la lumbre la col del tendero que vino ayer. Los turistas han querido entrar hoy en mi casa pero estaba el tranco echado. Hoy ha habido viacrucis por jueves santo.
El tic tac del reloj advierte, con cierto sentido, del sin sentido de la rudeza de tu tono. Escucha el reloj de pared y mírame a los ojos, si tienes un momento. El tiempo es nuestro. ¡Vamos al concierto!.