Valdanzo con sus parientes.
Hice entonces un esfuerzo soberano para decirle que no era nada; pero el chico -quizá al ver
mi rostro cadavérico- insistió que al terminar la lluvia volviéramos a desandar lo andado.
Nada quise preguntarle a cerca del galope de caballo, porque quizá después de todo, acaso
no habría relación entre aquello y la misteriosa voz del penitente invisible e inteligible.
IV
Cesada que fue la lluvia, aunque todo mi ser estaba en estado caidísimo, -vámonos de aquí-
le dije al joven; pues me sentía verdaderamente indispuesto y perturbado; tanto es así que no nos
cruzamos ninguna sola palabra durante la vuelta.
Al llegar a la casa parroquial no les extrañó ni al señor cura ni a su hermana, ni a las
vecinas que nos habían visto salir horas antes nuestra vuelta, pues alabaron nuestro proceder y
como decían ellas: "Hubiera sido tentar a Dios" si hubiéramos seguido en el camino; tal era el
caríz que presentaba aquella famosa tarde.
Encontramos al señor cura terminando de rezar los maitines y laudes del día siguiente, el
cual nos, dijo: "He estado bastante distraído en el rezo, pensando en vosotros; pues venía a mi
mente una vía historia que suelen contar los sesudos hombres del pueblo y que acaeció,
precisamente, en este día hace varios siglos.
¿Cual? Dijimos los dos al mismo tiempo.
Se dice -continuó el párroco que el Papa suprimía la Orden de los Caballeros Templarios el
año 1.311, habitaron aquellos famosos en el castillo de esta Villa. Sin duda ninguna tenían más
de guerreros que de frailes, pues se cuenta de ellos hechos y cosas vergonzosas; tanto es así que
historiadores de nota, aseguran que la masonería tuvo su origen en ellos.
En aquellos tiempos en que una comunidad de esta Orden eran los amos de este pueblo, no
sabemos las causas, quizá sería por rivalidades de mando o cosa parecida, pero la verdad es que
uno de los caballeros mató en el castillo al superior que lo era en aquel entonces Frey Cristóbal
de Rocaforte.
Cometido el delito bajó a las cuadras, y montando en un brioso caballo, huyo camino de las
Quintanasrubias -quizá sería oriundo de aquellos pueblos- cuya dirección es la más recta la que
lleva al inmediato pueblo de Valdanzo. En el Vallejo que empieza -dejando el camino de
Valdespino- se encontró al sacerdote que tenía la cura de alma de esta parroquia, el cual en su
paseo le había sorprendido una tempestad y con ese motivo estaba refugiado bajo unos enebros.
Nuestro caballero apenas le divisó, echó pie a tierra; y es de creer que lo hizo movido por el
arrepentimiento y quizá con deseos de que el párroco le oyera en confesión. Más.. apenas se
acercó al sacerdote cuando una chispa eléctrica producida por la tempestad, mató al caballero,
dejando su cuerpo carbonizado e ileso al señor cura. Como en tan trágicas circunstancias ocurrió
su muerte, ni sus compañeros, ni nadie al enterrarle allá, nadie se cuidó de poner alguna señal de
que junto a aquél camino había sido enterrado un ser humano -por cierto sin las ceremonias de la
--24--
Hice entonces un esfuerzo soberano para decirle que no era nada; pero el chico -quizá al ver
mi rostro cadavérico- insistió que al terminar la lluvia volviéramos a desandar lo andado.
Nada quise preguntarle a cerca del galope de caballo, porque quizá después de todo, acaso
no habría relación entre aquello y la misteriosa voz del penitente invisible e inteligible.
IV
Cesada que fue la lluvia, aunque todo mi ser estaba en estado caidísimo, -vámonos de aquí-
le dije al joven; pues me sentía verdaderamente indispuesto y perturbado; tanto es así que no nos
cruzamos ninguna sola palabra durante la vuelta.
Al llegar a la casa parroquial no les extrañó ni al señor cura ni a su hermana, ni a las
vecinas que nos habían visto salir horas antes nuestra vuelta, pues alabaron nuestro proceder y
como decían ellas: "Hubiera sido tentar a Dios" si hubiéramos seguido en el camino; tal era el
caríz que presentaba aquella famosa tarde.
Encontramos al señor cura terminando de rezar los maitines y laudes del día siguiente, el
cual nos, dijo: "He estado bastante distraído en el rezo, pensando en vosotros; pues venía a mi
mente una vía historia que suelen contar los sesudos hombres del pueblo y que acaeció,
precisamente, en este día hace varios siglos.
¿Cual? Dijimos los dos al mismo tiempo.
Se dice -continuó el párroco que el Papa suprimía la Orden de los Caballeros Templarios el
año 1.311, habitaron aquellos famosos en el castillo de esta Villa. Sin duda ninguna tenían más
de guerreros que de frailes, pues se cuenta de ellos hechos y cosas vergonzosas; tanto es así que
historiadores de nota, aseguran que la masonería tuvo su origen en ellos.
En aquellos tiempos en que una comunidad de esta Orden eran los amos de este pueblo, no
sabemos las causas, quizá sería por rivalidades de mando o cosa parecida, pero la verdad es que
uno de los caballeros mató en el castillo al superior que lo era en aquel entonces Frey Cristóbal
de Rocaforte.
Cometido el delito bajó a las cuadras, y montando en un brioso caballo, huyo camino de las
Quintanasrubias -quizá sería oriundo de aquellos pueblos- cuya dirección es la más recta la que
lleva al inmediato pueblo de Valdanzo. En el Vallejo que empieza -dejando el camino de
Valdespino- se encontró al sacerdote que tenía la cura de alma de esta parroquia, el cual en su
paseo le había sorprendido una tempestad y con ese motivo estaba refugiado bajo unos enebros.
Nuestro caballero apenas le divisó, echó pie a tierra; y es de creer que lo hizo movido por el
arrepentimiento y quizá con deseos de que el párroco le oyera en confesión. Más.. apenas se
acercó al sacerdote cuando una chispa eléctrica producida por la tempestad, mató al caballero,
dejando su cuerpo carbonizado e ileso al señor cura. Como en tan trágicas circunstancias ocurrió
su muerte, ni sus compañeros, ni nadie al enterrarle allá, nadie se cuidó de poner alguna señal de
que junto a aquél camino había sido enterrado un ser humano -por cierto sin las ceremonias de la
--24--
iglesia-.
Yo oí a mi antiguo párroco que lo fue aquí por espacio de cuarenta y seis años el cual en
muchas ocasiones le hablaron a él los antiguos feligreses de esa tradición y decían, que en día de
tormenta se oían por aquél vallejo las palabras "Frey Cris Roc" que como comprenderéis
corresponden al nombre del superior asesinado, pero sin pronunciar las sílabas finales de "Frey
Cristóbal de Rocaforte".
Viene por allí y se supone a que.. -Dios Nuestro Señor en sus inescrutables designios
permite al miserable cabalgar rápido- a uña de caballo -en idénticas circunstancias en que hizo el
crimen, a buscar la absolución, que desde luego, es imposible concederle-.
De como quedó nuestro joven sacerdote al oír la historia de aquél desgraciado y tan
exactamente como él había sido protagonista horas antes... no hay para que decirlo.
Manifestó deseos de que le sirviesen una taza de tila. El señor párroco avisó al médico y sin
decirle la causa, le propinó una inyección para que aquellos nervios se pusieran en su tono.
Yo, sin necesidad de potingues farmacéuticos no me aumentó el miedo que ya de niño
tenía, pero la verdad ante todo, pocas noches se pasarán que entre sueños no vea a un caballo
corriendo, corriendo, corriendo mucho y que al chocar en el suelo los clavos de las herraduras
salten chispas de ellas, como si la centella que lo mató fuera serpenteando por el camino de
"Vallejo Caballero" y muy principalmente junto al sepulcro del "TEMPLARIO".
____________________
Otros dos términos de este pueblo -además del Hoyo del Gato y de Vallejo Caballero, que
ya quedan anteriormente escritos- tienen también su historia correspondiente cuales son: "LA
MORA" y "LA RAPOSA".
LA MORA
Después de abandonar el castillo los Sanjuanistas que sustituyeron a los Caballeros
Templarios, vivía en él un señor, especie de feudal el cual era llamado "Alcaide del Castillo". Ya
hemos dicho antes, que, cuando pusieron los mojones de los límites con los demás pueblos, lo
era un tal Lope Barroso.
Ignoro si sería este, o uno apellidado "Rosillo", cuya partida de defunción se encuentra en el
libro primero folio 16. También consta en el mismo libro de difuntos folio 8 que ejerció la
misma autoridad "Rodrigo Nieto". No sabemos quién sería -o quizá algún antecesor- de ellos
que tuvo el mismo cargo; lo cierto es que un alcaide hacía vida nada pudorosa con una mora, la
cual ya tenía otra hija cuando llegó por estas tierras. Como generalmente estos amancebamientos
terminan mal, así pasa con el de nuestra historia. Llegó un día en que el alcaide despachó del
castillo a la mora y a su hija -supongo que esta mora que así la llamaba el pueblo, sería alguna
judía, que cuando los Reyes Católicos se opusieron a que vivieran en España, a los que
quedaban se les llamaba moriscos.
Es de suponer que madre e hija quedaron por aquí bajo la sombra del alcaide y así no eran
advertidas por las autoridades superiores. Pues bien con la mala vida que habían tenido -lo que
la daba cierta autoridad con el amante- le obligó a este, que si salía del castillo, la construyera
--25--
Yo oí a mi antiguo párroco que lo fue aquí por espacio de cuarenta y seis años el cual en
muchas ocasiones le hablaron a él los antiguos feligreses de esa tradición y decían, que en día de
tormenta se oían por aquél vallejo las palabras "Frey Cris Roc" que como comprenderéis
corresponden al nombre del superior asesinado, pero sin pronunciar las sílabas finales de "Frey
Cristóbal de Rocaforte".
Viene por allí y se supone a que.. -Dios Nuestro Señor en sus inescrutables designios
permite al miserable cabalgar rápido- a uña de caballo -en idénticas circunstancias en que hizo el
crimen, a buscar la absolución, que desde luego, es imposible concederle-.
De como quedó nuestro joven sacerdote al oír la historia de aquél desgraciado y tan
exactamente como él había sido protagonista horas antes... no hay para que decirlo.
Manifestó deseos de que le sirviesen una taza de tila. El señor párroco avisó al médico y sin
decirle la causa, le propinó una inyección para que aquellos nervios se pusieran en su tono.
Yo, sin necesidad de potingues farmacéuticos no me aumentó el miedo que ya de niño
tenía, pero la verdad ante todo, pocas noches se pasarán que entre sueños no vea a un caballo
corriendo, corriendo, corriendo mucho y que al chocar en el suelo los clavos de las herraduras
salten chispas de ellas, como si la centella que lo mató fuera serpenteando por el camino de
"Vallejo Caballero" y muy principalmente junto al sepulcro del "TEMPLARIO".
____________________
Otros dos términos de este pueblo -además del Hoyo del Gato y de Vallejo Caballero, que
ya quedan anteriormente escritos- tienen también su historia correspondiente cuales son: "LA
MORA" y "LA RAPOSA".
LA MORA
Después de abandonar el castillo los Sanjuanistas que sustituyeron a los Caballeros
Templarios, vivía en él un señor, especie de feudal el cual era llamado "Alcaide del Castillo". Ya
hemos dicho antes, que, cuando pusieron los mojones de los límites con los demás pueblos, lo
era un tal Lope Barroso.
Ignoro si sería este, o uno apellidado "Rosillo", cuya partida de defunción se encuentra en el
libro primero folio 16. También consta en el mismo libro de difuntos folio 8 que ejerció la
misma autoridad "Rodrigo Nieto". No sabemos quién sería -o quizá algún antecesor- de ellos
que tuvo el mismo cargo; lo cierto es que un alcaide hacía vida nada pudorosa con una mora, la
cual ya tenía otra hija cuando llegó por estas tierras. Como generalmente estos amancebamientos
terminan mal, así pasa con el de nuestra historia. Llegó un día en que el alcaide despachó del
castillo a la mora y a su hija -supongo que esta mora que así la llamaba el pueblo, sería alguna
judía, que cuando los Reyes Católicos se opusieron a que vivieran en España, a los que
quedaban se les llamaba moriscos.
Es de suponer que madre e hija quedaron por aquí bajo la sombra del alcaide y así no eran
advertidas por las autoridades superiores. Pues bien con la mala vida que habían tenido -lo que
la daba cierta autoridad con el amante- le obligó a este, que si salía del castillo, la construyera
--25--
una casa para vivir sola con su hija. Así lo hizo, el alcaide parece ser que no la quería ver de
cerca, seguramente las aborrecía y por ello en la ladera que hay a mano derecha en dirección a
Linares las construyó una casita; aún se adivinan los cimientos, que están entre enebros frente a
los corrales, que están en la actualidad en aquél paraje. Para vigilarles escogió aquel sitio el
alcaide, porque desde las almenas del castillo se podían ver muy bien. Se ignora el tiempo que la
tal morisca o mora viviría allí en compañía de su hija.
Le había puesto, como condición principal que todos los días o lo más al tercer día, las
proveyesen de pan, carne, legumbres, etc. Naturalmente esta condición la cumpliría el alcaide,
como decimos ahora a regañadientes y por ello no se excedería en llevarlas con abundancia los
alimento, y de ahí que todos los días tenían sus disculpas y altercados -desafíos- cuando los
servidores del alcaide o él mismo les llevaba las viandas.
De aquellos célebres desafíos quedaron en la memoria de los habitantes de este pueblo.
Cuando -y esto lo he conocido yo- reñían, solían decir en plan de desafío: "cuando quieras a la
mora" que naturalmente por tradición querían allí pelearse como mejor sitio para ese fin,
rememorando aquellos que tuvieron los servidores del castillo con la célebre mora.
A la hija de esta con ese ojo certero que tiene el pueblo para el apodado de alguna persona,
la llamaban sin excepción la RAPOSA, que seguramente el tal apodo se lo habría ganado por su
conducta nada limpia. Como la vida de madre e hija era bastante reprochable, y hasta en esta
vida Dios castiga cuando no se practican sus preceptos, de ahí es que entre ellos tenían tan serios
disgustos, de tal manera que optaron por separarse. Esta habitó en una especie de choza pero
hábilmente construida en un alconcito y junto al camino que lleva a los -Asperones- y que con
el tiempo, las gentes dieron por llamar a ese término, "LA RAPOSA". No hace muchos años al
sacar tierra para hacer adobes en el citado alteroncito apareció en parte la casuca de la Raposa.
--26--
cerca, seguramente las aborrecía y por ello en la ladera que hay a mano derecha en dirección a
Linares las construyó una casita; aún se adivinan los cimientos, que están entre enebros frente a
los corrales, que están en la actualidad en aquél paraje. Para vigilarles escogió aquel sitio el
alcaide, porque desde las almenas del castillo se podían ver muy bien. Se ignora el tiempo que la
tal morisca o mora viviría allí en compañía de su hija.
Le había puesto, como condición principal que todos los días o lo más al tercer día, las
proveyesen de pan, carne, legumbres, etc. Naturalmente esta condición la cumpliría el alcaide,
como decimos ahora a regañadientes y por ello no se excedería en llevarlas con abundancia los
alimento, y de ahí que todos los días tenían sus disculpas y altercados -desafíos- cuando los
servidores del alcaide o él mismo les llevaba las viandas.
De aquellos célebres desafíos quedaron en la memoria de los habitantes de este pueblo.
Cuando -y esto lo he conocido yo- reñían, solían decir en plan de desafío: "cuando quieras a la
mora" que naturalmente por tradición querían allí pelearse como mejor sitio para ese fin,
rememorando aquellos que tuvieron los servidores del castillo con la célebre mora.
A la hija de esta con ese ojo certero que tiene el pueblo para el apodado de alguna persona,
la llamaban sin excepción la RAPOSA, que seguramente el tal apodo se lo habría ganado por su
conducta nada limpia. Como la vida de madre e hija era bastante reprochable, y hasta en esta
vida Dios castiga cuando no se practican sus preceptos, de ahí es que entre ellos tenían tan serios
disgustos, de tal manera que optaron por separarse. Esta habitó en una especie de choza pero
hábilmente construida en un alconcito y junto al camino que lleva a los -Asperones- y que con
el tiempo, las gentes dieron por llamar a ese término, "LA RAPOSA". No hace muchos años al
sacar tierra para hacer adobes en el citado alteroncito apareció en parte la casuca de la Raposa.
--26--