Mandas a la iglesia parroquial
Las dos mandas bastante importantes, que llegaron a esta parroquia a principios del siglo
XIX y que tantos disgustos ocasionaron al párroco D. Tomás Catalina, son las siguientes:
Eugenia Sanz Alcalde, natural de esta Villa, hija de Manuel y María Ana, casó con Andrés
Alonso Ortega, natural de Casanova. Viuda, volvió a contraer matrimonio con Francisco Miguel
Gil natural de esta parroquia. Ni con el primer marido ni con el segundo fue madre. Hizo
testamento el primero de Marzo de 1.798 y dejó toda su hacienda -excepto algunas mandas a su
criada Leocadia- para esta parroquia y muy en especial para las Almas del Purgatorio. El
testamento, libro grueso de este archivo, folio 398.
Su segundo esposo Francisco Miguel era hijo de José Miguel Montes y de Isabel Gil
Hinojar. A la muerte de su esposa Eugenia, volvió a contraer matrimonio con Angel Guzmán
Alonso ambos eran naturales de Castrillo de Don Juan en el arzobispado de Burgos.
El testamento de Francisco Miguel lo hizo el día 1 1 de Julio de 1.805, libro grueso, folios
110 y 400. En él manda todos sus bienes a su esposa Angela, mientras está viva, pero al morir,
han de caer todos para esta Iglesia Parroquial, con la condición de que los párrocos celebren por
su alma una misa cantada en la tercera semana de cada mes -libro grueso, 110 al 115-118 al 120
y del 380 en adelante-. De todo esto no queda nada, a Francisco Miguel se le podía llamar rico,
pues además de los muchos bienes raíces, poseía él solo un rebaño de ovejas. También tenía una
buena y nueva casa, la que en la actualidad posee Gabino Hernando (puerta de Arco) en la Calle
de las Eras, y entonces también pertenecían a la casa los dos lindantes y que en la actualidad
habitan Estanislao Herrero y Demetrio del Pozo. Tenían buen número de cabras, vacas y
colmenas. Como en aquél entonces, el párroco administraba las fincas de la "Encomienda de San
Juan" la cedió a D. Juan Manuel parte de una finca grande, que cercó de piedra, haciéndola
huerta, próxima al castillo y frente al peñasco del Vadrinal, que entonces le llamaron Recazón y
entonces Huerta de Murcia. Hoy esta finca desmembrada de la Encomienda pertenece a los
herederos de Niceto Hernando.
A Angel Guzmán le llamaban "Tía Tuna". Después de la muerte de su esposo Francisco,
Volvió a casarse con un tal Vicente Moreno, natural de Aldealengua de Santa María. Otra vez
viuda, al morir Vicente, residió allí algún tiempo. Su hermano el párroco estaba por entonces
destituido - ignoro la causa- y estaba en condiciones de preso en el palacio Episcopal. Después
volvió a su parroquia y esta enterrado en el presbiterio de la iglesia, en el mismo sepulcro
destinado a los párrocos. Por este tiempo la ocurrió a la Angela un gran disgusto, pero ante tal
hecho tuvo una serenidad impropia de una mujer.
En un viernes de cuaresma y mientras la función litúrgica del Miserere, quisieron robarla en
la casa que antes se menciona -la de su marido Francisco- y sin que los ladrones se dieran cuenta
-pues creían que estaban en la iglesia- tiró por la ventana un colchón e inmediatamente se arrojó
ella y después fue a la casa de su convecino Avelino Cornejo, diciendo lo que la sucedía; este
disparó un tiro que se incrustó en el marco de la ventana y en cuya habitación estaban los
ladrones. (En el año 1944, aun pude ver la ventana perforada por el disparo).
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Las dos mandas bastante importantes, que llegaron a esta parroquia a principios del siglo
XIX y que tantos disgustos ocasionaron al párroco D. Tomás Catalina, son las siguientes:
Eugenia Sanz Alcalde, natural de esta Villa, hija de Manuel y María Ana, casó con Andrés
Alonso Ortega, natural de Casanova. Viuda, volvió a contraer matrimonio con Francisco Miguel
Gil natural de esta parroquia. Ni con el primer marido ni con el segundo fue madre. Hizo
testamento el primero de Marzo de 1.798 y dejó toda su hacienda -excepto algunas mandas a su
criada Leocadia- para esta parroquia y muy en especial para las Almas del Purgatorio. El
testamento, libro grueso de este archivo, folio 398.
Su segundo esposo Francisco Miguel era hijo de José Miguel Montes y de Isabel Gil
Hinojar. A la muerte de su esposa Eugenia, volvió a contraer matrimonio con Angel Guzmán
Alonso ambos eran naturales de Castrillo de Don Juan en el arzobispado de Burgos.
El testamento de Francisco Miguel lo hizo el día 1 1 de Julio de 1.805, libro grueso, folios
110 y 400. En él manda todos sus bienes a su esposa Angela, mientras está viva, pero al morir,
han de caer todos para esta Iglesia Parroquial, con la condición de que los párrocos celebren por
su alma una misa cantada en la tercera semana de cada mes -libro grueso, 110 al 115-118 al 120
y del 380 en adelante-. De todo esto no queda nada, a Francisco Miguel se le podía llamar rico,
pues además de los muchos bienes raíces, poseía él solo un rebaño de ovejas. También tenía una
buena y nueva casa, la que en la actualidad posee Gabino Hernando (puerta de Arco) en la Calle
de las Eras, y entonces también pertenecían a la casa los dos lindantes y que en la actualidad
habitan Estanislao Herrero y Demetrio del Pozo. Tenían buen número de cabras, vacas y
colmenas. Como en aquél entonces, el párroco administraba las fincas de la "Encomienda de San
Juan" la cedió a D. Juan Manuel parte de una finca grande, que cercó de piedra, haciéndola
huerta, próxima al castillo y frente al peñasco del Vadrinal, que entonces le llamaron Recazón y
entonces Huerta de Murcia. Hoy esta finca desmembrada de la Encomienda pertenece a los
herederos de Niceto Hernando.
A Angel Guzmán le llamaban "Tía Tuna". Después de la muerte de su esposo Francisco,
Volvió a casarse con un tal Vicente Moreno, natural de Aldealengua de Santa María. Otra vez
viuda, al morir Vicente, residió allí algún tiempo. Su hermano el párroco estaba por entonces
destituido - ignoro la causa- y estaba en condiciones de preso en el palacio Episcopal. Después
volvió a su parroquia y esta enterrado en el presbiterio de la iglesia, en el mismo sepulcro
destinado a los párrocos. Por este tiempo la ocurrió a la Angela un gran disgusto, pero ante tal
hecho tuvo una serenidad impropia de una mujer.
En un viernes de cuaresma y mientras la función litúrgica del Miserere, quisieron robarla en
la casa que antes se menciona -la de su marido Francisco- y sin que los ladrones se dieran cuenta
-pues creían que estaban en la iglesia- tiró por la ventana un colchón e inmediatamente se arrojó
ella y después fue a la casa de su convecino Avelino Cornejo, diciendo lo que la sucedía; este
disparó un tiro que se incrustó en el marco de la ventana y en cuya habitación estaban los
ladrones. (En el año 1944, aun pude ver la ventana perforada por el disparo).
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