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CASTILLEJO DE ROBLEDO: Vaya, qué pena que no tengas más información. En cualquier...

cargo desde el 13 de junio hasta el 13 de septiembre, que era el tiempo oportuno para pescarlas
en "La Laguna". Las vendía por los pueblos limítrofes y se dice, con verdad que un tal Víctor
Pinto que fue por muchos años el que las pescaba y que llegaba para vender la tal mercancía con
un pobre jumento, hasta la provincia de Guadalajara y más allá de Zaragoza.

También estaba obligado el sanguijuelero, a tener siempre en su casa, por lo menos cuatro
docenas, por si eran necesarias para algún enfermo del pueblo.

No tenía mas que un cirujano sangrador, ajustado por cuatro años.

Hasta el año 1.831 hacían caso omiso de farmacia; por cuanto que algunas personas, casi
siempre mujeres, eran las que recogían hierbas, cortezas, flores, etc, por los días que anteceden a
la fiesta de San Juan -24 de junio- y muy principalmente en la mañana de esta fiesta. Según lo
que preescribía el cirujano, hacia majunjes emplasto, agua de malva, de malvavisco, etc. La
primera escritura, que hicieron con boticario, data del año antes indicado y lo firmaban los
vecinos con D. Mauricio de la Monja, boticario de Fuentelcésped.

Hasta los últimos años del siglo pasado, acudían a la farmacia de la citada villa, que
entonces la llevaba D. Blas Martínez, y después su hijo D. Prudencio Martínez Arambarri. En el
año 1.903, para evitarles el viaje, puso en casa de un vecino de este pueblo un botiquín. Lo
mismo hizo, un año más tarde, el farmacéutico de Langa de Duero, D. Alejandro de Pedro y
Beltrán. Instalado un buen botiquín en casa de D. Francisco Pastor Sancho y Dña. Tomasa
Teresa Gil.

Por vez primera en el año 1.907, vino ya con residencia en este pueblo, el farmacéutico
D. Gregorio Alonso; y después siempre se ha tenido farmacia. Parecido era lo que pasaba con el
veterinario. Les servía un albéitar herrador. Ya en el año 1.896, vivía aquí un veterinario, D.
Mariano García Bravo, aún cuando todavía tenían el albéitar último llamado D. Severiano
Moreno Escalera.

Para construir una escuela, la única que había, a la cual asistían mezclados niños y niñas. En
el año 1.850, acordaron los vecinos carbonear parte del monte de encina, y con su producto
construir otra escuela. Se advierte, que entonces todos los montes del pueblo eran propiedad del
Estado y lo mismo en esta ocasión que cuando roturaron las fincas, (que se hace mención, lo
hacían todos en muy buena unión). Una de las cláusulas que nunca faltaba, en el compromiso
que hacían al cual firmaban todos, era: "Que caso de que lleguen a enterarse en Soria, se obligan
a todos los vecinos a pagar la multa".

Por aquel entonces, algunos vecinos se dedicaban a construir en el campo hornos de cal, la
que vendían por los pueblos y muy principalmente en Aranda; y tanto legó el abuso que en
sesión del Ayuntamiento del día 16 de Marzo de 1.843, siendo alcalde Martín Cornejo, dijeron:
"Que desde esta fecha queda prohibido a todos los vecinos hacer caleras en este término
municipal, por lo mucho que se destroza el monte y que mediante que Gregorio Simón y Víctor
Pinto han acometido a hacer más caleras, se le prohíbe continuar y se ha de cargar la Villa con
leña que tengan cortada".

Uno de los medios con que se valían, tan pobremente vivían, para hacer frente a la vida, era
el cortar leña del monte y llevarla a vender a los pueblos que carecían de ella y muy en particular
a Fuentelcésped. También el mismo Ayuntamiento en 1.838 vendió mucha leña a Velilla y en
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Hola Teo, me gustaría saber si tienes más información sobre el boticario de Fuentelcesped Blas Martínez y su hijo Prudencio. He leido tu post y veo que les citas y me gustaría saber de dónde has sacado la información y si tienes alguna información más sobre estos boticarios. Estoy buscando en la web sobre ellos y sobre todo de Blas Martinez pero no encuentro casi nada. Soy su tataranieta. Un saludo y gracias

Hola Maria Jose, todo lo que hay escrito en esos capítulos, me lo dio hace unos años un señor de Castillejo y yo lo puse después de tirarme una buena temporada escribiéndolo, puesto que me pareció muy interesante y digno de leerlo con avidez, y esto lo escribió un sacerdote de Castillejo que se llamaba Don Eustaquio y por eso le digo que yo no puedo aportar nada mas a esos comentarios, Lo siento mucho,
saludos cordiales,

Vaya, qué pena que no tengas más información. En cualquier caso Teo muchas gracias por contestar ¡
Un saludo,
M. José