El P. Mauricio no solo es el hijo más ilustre del
pueblo de
Castilruiz, sino que por la excelencia de sus virtudes está en avanzado proceso de Beatificación. Murió en Buenos Aires en el año 1954. Su cuerpo incorrupto está enterrado, desde el día 8 de marzo del 2018, en la
Parroquia de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro de Pinzón,
San Miguel, en Buenos Aires (
Argentina). Muchas
familias del pueblo, desde hace años, poseen ya una estampa con la oración para pedir su Beatificación.
El SIERVO DE DIOS, P. MAURICIO JIMÉNEZ, nació en CASTILRUIZ, pueblo de
SORIA, pero Diócesis entonces, de Tarazona, (prov. de
Zaragoza), el 22 de set. de 1881. A los 15 años, ingresó en el Noviciado de la Compañía de Jesús, en Veruela, proveniente del Seminario Diocesano donde había estudiado el ciclo básico de la Secundaria. Luego de sus estudios eclesiásticos, fue ordenado sacerdote el 27 de julio de 1913 en el
Colegio Máximo de Dertos
Tarragona).
Sus primeros trabajos apostólicos los realizó en el Colegio de Orihuela (1915 -1924), del cual fue rector. En 1924 fue trasladado como rector del Noviciado-Juniorado (formador de un centenar de jesuitas en su primer lustro de vida religiosa) de Veruela. De donde, después de seis años, partió hacia Argentina para cumplir la misma misión en la cual ya se había destacado como un eximio formador de jóvenes jesuitas, futuros discípulos de Jesús y misioneros de su Evangelio.
El 24 de dic. de 1930 asumió el cargo de Maestro de Novicios en el Colegio de la Sagrada
Familia de
Córdoba, cargo que desempeñó hasta el 18 de abr. de 1948. Además, en estos 18 años, fue en dos oportunidades, rector de esa
Casa que incluía, además de 40 novicios, 65 juniores, y entre sacerdotes y hermanos, unos 35 jesuitas más. De ellos dependía la Parroquia de la Sda. Familia, ubicada, como el colegio, en el
barrio Pueyrredón, de mayoría de familias obreras relacionadas con el Ferrocarril Central Argentino; también, la Asociación Obrera de la Sda. Familia, el colegio para externos con 300 alumnos, 3
capillas, capellanía del
Hospital San Roque, 3 capellanías de
casas religiosas y algunas misiones, como en Traslasierra, en la Casa de Ejercicios, fundada por el
santo Cura Brochero, y que llevaban adelante sacerdotes de la Comunidad como el P. Antonio Aznar.
Como formador, también lo hizo siendo Instructor de tercera Probación de sacerdotes jesuitas que de esta manera coronaban su formación religiosa y apostólica.
Todos los que entonces estuvieron con él recuerdan la paz que tenía y que comunicaba en su dirección espiritual, su fervor y su capacidad de discernimiento. Como un verdadero padre, asumía las cargas, angustias y preocupaciones de los hijos encomendados que recobraban junto a él, el consuelo espiritual que reconforta la fe para vivirla en obras, la caridad para ejercerla con fatigas, y la esperanza en nuestro Señor Jesucristo, iluminando el
camino de la vida con firme constancia.
Terminado su rectorado en Córdoba, inmediatamente fue nombrado rector del Seminario Mayor Interdiocesano de Montevideo (
Uruguay), -1948 -1952-, donde continuó su misión de formador y por la cual hoy es recordado (134 seminaristas y comunidad de 20 jesuitas).
Desde 1952, trasladado a Buenos Aires, se desempeñó como confesor en la
iglesia de
El Salvador, Director de Ejercicios Espirituales y Padre Espiritual de la Comunidad jesuítica formad entonces por 27 sacerdotes, 10 maestrillos y 9 hermanos.
Tras un breve cáncer que lo consumió en 15 días, falleció en el Coledio de El Salvador de Buenos Aires el 8 de dic. de 1954, solemnidad de la Inmaculada Concepción, en el Año Mariano Universal, en el Centenario del Dogma de la Inmaculada. Fue asistido por su ex novicio, y en esa oportunidad, su superior, el P. José Antonio Sojo. Al vislumbrar la llegada de su partida, exclamó: "Laetatus sum in his quae dicta sunt mihi: In domum Domini ibimus": ("Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la Casa del Señor").
Fue enterrado en el panteón que los PP. Jesuitas tienen en Buenos Aires; y luego, trasladado al
cementerio del Colegio Máximo de San José, en San Miguel, donde su cadáver estuvo allí unos ocho años en tierra. Al ser exhumado, 25 años después de su fallecimiento, su cuerpo se encontró incorrupto, como lo atestiguaron tres médicos que lo observaron totalmente flexible y conservado en su integridad. El cajón de cinc en que se encontraba en el momento de ser abierta su tumba, estaba desecho totalmente, y el
agua y la tierra lo invadían todo.
El 29 de junio de 1984, siendo vicepostulador y rector del Colegio Máximo de S. José, en S. Miguel, el P. Jorge Mario Bergoglio, S. J., el Obispo de San Miguel, Mons. José Manuel Lorenzo, firmó el decreto por el cual se dio por comenzado el proceso de investigación sobre "vita et virtutibus", con miras a una eventual beatificación y canonización del Siervo de Dios, P. Mauricio Jiménez Artiga, S. J.
El 8 de marzo de 2018, sus restos han sido trasladados a la parroquia de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro, en la Diócesis de San Miguel, en Argentina, donde el pueblo de Dios pide por su glorificación y encomienda muchas intenciones.
(Resumen biográfico facilitado por el P. Párroco de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro, de Pinzón, en San Miguel (Argentina). (Muy agradecido: P. Donato).