CASTILRUIZ: VIRGEN DE VESTIR O DE CANDELERO...

VIRGEN DE VESTIR O DE CANDELERO

La costumbre de vestir las imágenes se hallaba muy extendida en el s. XVI, según testimonios de los Sínodos después de Trento, que llaman la atención sobre ciertos abusos al vestir las imágenes con ropajes profanos y adornos poco decentes. La costumbre no decayó y en el s. XVIII apareció un nuevo tipo de imágenes simuladas que solo presentan talladas sus partes visibles. Son las imágenes de vestir, de maniquí o de candelero.

Durante el barroco se hicieron muy populares estas imágenes. Consisten en un bastidor de madera recubierto de vestiduras. La piedad y el gusto estético durante el s. XVIII y XIX preferían en muchos casos este tipo de imágenes, a la talla completa. Se llegó incluso a mutilar algunas imágenes con el fin de vestirlas.

Los vestidos corresponden al prototipo de “Reina” con túnica, mantos, pieza usada desde muy antiguo y plena de simbolismo. (referencias documentales ya en el s. XVI). Estas piezas básicas se podían completar con sobretúnica, clámide, y ropas blancas interiores.

Progresivamente fueron enriqueciéndose las ropas (sedas, tisú, brocado... bordados…). Se añadirán otros elementos hasta dotar a la imagen de un aspecto deslumbrante: rostrillo, corona, cetro, luna bajo los pies. Los orfebres realizaron espléndidos trabajos que hoy admiran a todos. El hipernaturalismo se llevó al extremo: pelucas, pestañas, lágrimas, ojos de vidrio, dientes naturales, rosario...

En el término de Castilruiz hay varios nombres que aluden al florecimiento dominante en el terreno: Los Linares, los Tomillares, los Ulagares. De aquí La Virgen de los Ulagares.

La Virgen de Ulagares es de “las negras”, lleva corona de Reina y corona del Apocalipsis, un velo hace de rostrillo, túnica y manto, manzana o corazón en la mano...
Niño en la izquierda, de lado. Había artistas acostumbrados, más a tallar imágenes para la devoción que de calidad artística.

Las imágenes de vestir forman parte de una religiosidad mediterránea con raíces antiguas. La Virgen del Castillo, patrona de la Ciudad de Lebrija fue cruelmente mutilada para vestirla. ¿Solo la moda de “vestirla” ocasionó ese destrozo de la imagen? Fue una manera piadosa de salvarla y conservarla para el culto, tras un deterioro por un posible incendio, o un voraz ataque de xilófagos – hoy controlados – y cuyas huellas permanecen.
la Virgen de Regla en Chipiona, de Gracia en Carmona o Consolación en Utrera, por citar algunas conocidas sufrieron traumáticas trasformaciones de este tipo.

Fueron los excesos del barroco que se explayan en el s. XVIII (casi hasta nuestros días) queriéndoles dar mayor realismo a las imágenes de la Virgen, vistiéndolas como reinas coronadas, con mantos, alajas, pelo natural (hemos visto cortar el abundante cabello de un muchacho para ponérselo muy adecuadamente y piadosamente a la Virgen de Chapi, Arequipa, Perú), ojos y lágrimas de cristal. Se construyen las llamadas “imágenes de candelero”, escultóricamente visibles solo las manos y la cara. Y para poderlas vestir, con un ropaje convencional, se mutilaban adecuadamente todos los accidentes morfológicos que estorbaran para el maniquí articulado... ¡Y la Virgen del Castillo no fue de las mejor tratadas!...
Clara diferencia entre imágenes de talla completa y las de vestir. Si la imagen es de una dolorosa, solo tiene perfectamente acabada la cara y las manos, el cuerpo es un maniquí hasta la cintura y el resto un artilugio de madera llamado "candelero". Esta técnica está determinada por imposición de la Iglesia que prohíbe hacer imágenes anatomizadas de la Virgen.
Algunas imágenes presentan ojos de cristal pintados pero otras son de
cáscara de huevo; en ambos casos se introduce por la parte trasera de la cabeza
rellenándose de pasta el orificio posterior; también pueden estar directamente pintados sobre el estuco.

La imagen, la peregrinación a la ermita, la novena, los Gozos, la Salve... son, al fin, sacramentales que nos conducen a las virtudes y a los Sacramentos.