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CASTILRUIZ: MI QUERIDA PRIMERA COMUNIDAD DE NTRA. SRA. DE LA CARIDAD...

MI QUERIDA PRIMERA COMUNIDAD DE NTRA. SRA. DE LA CARIDAD (Pueblo Libre, Lima).

A lo largo de 25 años y varios destinos he pasado por muchas comunidades, pero la primera de Chiclayo y ustedes, siempre serán las más especiales y queridas por varios motivos. Aunque no sé cuántos permanecerán de la primera mata, ni quiénes, siempre habrá un núcleo en torno al cual se ha ido formando la actual primera. Con ustedes quiero especialmente compartir, aunque, por supuesto, no excluyo a las otras comunidades.

Es posible que no os extrañe esta carta, pues creo que de alguna forma algunos estáis enterados más o menos de mi estado de salud. Creo ahora que os la debía haber escrito antes personalmente, pero entre que no acababa de salir el diagnóstico y tampoco sabía yo muy bien qué hacer, se ha ido pasando el tiempo. No le echéis la culpa a mi querido hermano, pues él os decía lo que yo le sugería que podía ser lo prudente.

Tras esta introducción se trata de lo siguiente: lo que hace varios meses comenzó con una tos tonta ha acabado, tras diversas pruebas y vacilaciones, en un adenocarcinoma pulmonar. Los que tenemos el gran tesoro de la fe, el infinito tesoro de la fe, podríamos decir sencillamente un cáncer.

Solo el nombre asusta a la gente, pero sinceramente en ningún momento lo he sentido yo como una tragedia. No lo es, ni siquiera un drama. Yo recibí la noticia con absoluta paz. Más aún, Incluso hasta con cierto alivio, pues siempre he rechazado una muerte repentina, aunque fuera indolora, o en la inconsciencia. Más claramente aún: Si el Señor me hubiera preguntado con qué clase de muerte querría terminar mi carrera por este mundo, seguramente le hubiera pedido que con un cáncer más o menos largo. Preparar con tiempo y sosiego el Encuentro definitivo, las bodas eternas, unir coscientemente la propia muerte, con los pocos sufrimientos que traiga consigo, a la muerte y sufrimientos de Cristo para contribuir un poco siquiera a la redención propia y ajena. En fin, para tantas cosas buenas y buenísimas que a ustedes, gracias a Dios (y a los catequistas y abundantes catequesis), no hay que explicar. De hecho, mis queridos hermanos, estos meses que llevo con mi hermanito el cáncer a cuestas están siendo para mí una bendición muy grande, llena de gracias, tanto personal como pastoralmente hablando. Y lo que más hago es dar gracias a Dios que de un mal, como es el cáncer, saca tanto bien para el mismo que lo padece. Y así pasa con todo, siempre escribe derecho, aunque nosotros veamos las líneas torcidas. Pero Él siempre quiere hacer una historia de amor.

Por otra parte, ¿por qué no me iba a tocar a mí, si le toca a un montonón de gente? Además, un cáncer de pulmón hoy, no es lo mismo que hace años. Yo me quiero curar, estoy haciendo lo que me toca y mandan los médicos y tengo la íntima convicción de que voy a salir de esta (aunque sea para entrar en otra, claro, pues afortunadamente aquí no nos quedamos nadie porque tenemos otra morada infinitamente mejor en el cielo, y “estar con Cristo es con mucho lo mejor”, (como cantamos tantas veces). Así que mis queridos hermanos, no os preocupéis porque yo no lo estoy. Tengo el ánimo muy alto y estoy llevando una vida normal, tanto en lo personal como de trabajo parroquial, y apenas siento pequeñas molestias por la quimio.

Así que rezad por mí, sí, pero sobre todo para que sepa aprovechar espiritualmente esta experiencia fuerte y la viva como una gracia. Como dice San Pablo: Todo contribuye para el bien de los que le aman. Y no le demos más importancia de la que tiene, que es uno de los motivos por los que no quería comunicarlo mucho. Hay cosas, lo sabéis, infinitamente más importantes en la vida y en la muerte.

Para terminar os díré que hace un año ya fui a Jerusalén a la Renovación del Bautismo. Son unos días muy preciosos, únicos. Pero no fui por méritos ni porque haya “acabado” el Camino, (ni siquiera cojeando), sino porque la última Comunidad que me asignaron ya estaba muy adelantada. A las finales todo es gracia y un regalo. Estaría bonito que un día nos juntáramos en Jerusalén. La Paz con todos.

Madrid, jul. 2013.

P. Ángel.