II. PROFUNDO DOLOR E INMENSO GOZO
22 nov. 2013. I. La Paz con todos. Ya lo sabéis: Requiescat in pace, que así sabe a liturgia: En Paz Descanse. Mejor: En la Paz descansa. Porque
Morir, solo es morir. Morir se acaba. Morir es una hoguera fugitiva; es cruzar una puerta a la deriva y encontrar lo que tanto se buscaba.
Y entonces vio la Luz. La luz que entraba
por todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor precipitó la huída
y entendió que la muerte ya no estaba.
Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar y vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la Noche-luz tras tanta noche oscura. (Martín Descalzo).
Y a la vez que sentimos hondamente su separación temporal, celebramos con sumo Gozo la llegada a la Mesa del Padre y compartir el Banquete de Bodas con su -con Nuestro- Señor.
1. Mi hermano gemelo Ángel, nuestro hermano Ángel, pasó a la Mesa del Padre, encendida su lámpara, gracias a Dios, y con todos los Auxilios Espirituales. En el hospital, el P. capellán lo visitaba diariamente. Ya en casa, le administré la Santa Unción tres veces a lo largo del agravamiento de su enfermedad. Todos los días celebraba yo para él y por su salud la Santa Misa. Le llevaba la Comunión todos los días cuando ya no podía ni llegar -veinte pasos- a la Capilla a compartir la Eucaristía. Le di la Absolución varias veces. Y todas las Bendiciones. Desde dos días y medio antes, estuve junto a él, casi todas las horas. En las últimas catorce horas le iba rezando salmos y la Recomendación del alma. Le cogía las manos, y cuando le soltaba, me buscaba la mano. Tres horas antes le había llevado el Viático. Comulgó unas gotas del Sanguis que le di con una cucharilla, pues le era ya muy dificultoso pasar una partícula de la Hostia. Murió en mis brazos, entre mis manos y con el Crucifijo en las suyas. Estuvo plenamente cosciente prácticamente hasta unos minutos antes de expirar, aunque ya no podía pronunciar palabra.
En las últimas 48 horas sufrió mucho: la debilidad de sus pulmones le impedía ya respirar medianamente. Miraba a un icono del Sdo. Corazón de Jesús que tenía enfrente de sus ojos, y costosamente, repetía la jaculatoria, aprendida de niños: ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
Al fin, el Señor lo recogió para sentarlo a su Mesa, sin duda, como "siervo bueno y fiel", según creemos y sabemos con certeza absoluta los que confiamos en el Señor. Eran exactamente las tres de la tarde, hora también providencial: la hora en que eran sacrificados los corderos en el Templo de Jerusalén, y por eso fue la hora en que, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, entregó al Padre su Espíritu en el Gólgota. Me encontraba yo solo con él, pues los padres aún departían en la sala. Yo mismo le cerré los ojos y llamé, ya llorando, a los padres, que vinieron inmediatamente; aún estuvimos orando unos minutos. Después ya, el P. Prior rezó el responso.
2. Para mí ha sido una Gracia inmensa y una gran Bendición el haber podido estar a su lado estos cuatro meses. Además de nuestras dos enfermeras y de la Hna. Sierva de María que le acompañaba durante la noche, dejo testimonio de varios sacerdotes que ejemplarmente lo visitaron amical y paternalmente. He sufrido con él, aquejado, a veces severamente, de confusión espiritual. Y me he unido a sus sufrimientos, que el Señor, por obra de la Fe, -el opus fidei- sabe trasformar en espléndido gozo.
Dios obra como Dios, dice S. Agustín. Y así todo ha discurrido providencialmente, es decir, como preparado divinamente por la Providencia, como tantas veces me oís decir. Tanto el proceso primero de la enfermedad, dándonos tiempo a tomar conciencia de su estado, como el agravamiento tan doloroso en Madrid, y especialmente el último mes en Salamanca.
Cuando le decíamos que había muchísima gente orando por su salud, preguntaba: - ¿Pero estáis pidiendo el milagro? -Sí. Hemos pedido el milagro hasta el último instante, como nos manda el Señor: Orad sin descanso… pedid y se os dará… Hasta el cumplimiento de las indicaciones de los médicos, lo hacíamos con el convencimiento y tesón con que los amigos del paralítico de Cafarnaún abrieron el boquete en el techo para colocarlo ante los pies de Jesús. Dios no nos ha regalado el milagro y el consuelo de su curación, pero nos ha concedido otros no pequeños milagros que se perciben a la trascendente Luz de la Fe, y que mente y corazón saben que son milagros, -miracula, mirabilia- maravillas, es decir, modos admirables y providentes de obrar Dios para nuestro Bien.
3. De sobra deciros nada sobre él. Lo conocisteis, acaso mejor que yo. Siempre se tomó con plena seriedad su Profesión religiosa y su Sacerdocio. El Medio Divino, del científico y místico jesuita P. Teilhard, Sta. Teresa, y S. Juan de la Cruz, Sta. Teresita del Niño Jesús, entre muchas otras obras, fueron su constante alimento espiritual. Eso le llevó, ya ad portas de sus 50 Años de Sacerdote, a pedirle con enorme valentía al Señor una enfermedad larga y dura. Un íntimo amigo de Ángel, me acaba de enviar su Diario hace unas horas, y que aún no he podido leer. De temperamento, diría, místico. Ofrecidos tenía su vida y sufrimientos pro salute Ecclesiae. O como dice S. Pablo, para ofrecer en su carne algo de los padecimientos que faltan al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Y el Señor, como a muchos santos, le cogió la palabra.
Todos han sabido y agradecido su celo apasionado, su piedad sincera, su entrega sacerdotal a enteras, su amistad total y su infatigable trabajo a corazón abierto en los distintos campos pastorales y eclesiales. De párroco en Ntra. Sra. de La Caridad, aún se dio tiempo para enseñar Filosofía de la Religión en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, pues consideraba el aula como sector importante de su parroquia. Se imprimía también el boletín Caridad, para que llegase gratis el anuncio de la fe a quienes no se acercaban a la parroquia.
De aquí fue de Prior al Monasterio de San Millán, y en el mismo trienio, párroco del pueblo, donde llevó a cabo la restauración y embellecimiento de su templo parroquial. Sobre el trabajo del P. Ángel en ambos frentes, le oí decir a un venerable fraile: “Este prior es capaz de echarse el convento al hombro”. Y cuando le decían que debía descansar, solía responder: ¡Qué, si el trabajo no cansa! O ¡Arriba descansaremos!
22 nov. 2013. I. La Paz con todos. Ya lo sabéis: Requiescat in pace, que así sabe a liturgia: En Paz Descanse. Mejor: En la Paz descansa. Porque
Morir, solo es morir. Morir se acaba. Morir es una hoguera fugitiva; es cruzar una puerta a la deriva y encontrar lo que tanto se buscaba.
Y entonces vio la Luz. La luz que entraba
por todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor precipitó la huída
y entendió que la muerte ya no estaba.
Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar y vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la Noche-luz tras tanta noche oscura. (Martín Descalzo).
Y a la vez que sentimos hondamente su separación temporal, celebramos con sumo Gozo la llegada a la Mesa del Padre y compartir el Banquete de Bodas con su -con Nuestro- Señor.
1. Mi hermano gemelo Ángel, nuestro hermano Ángel, pasó a la Mesa del Padre, encendida su lámpara, gracias a Dios, y con todos los Auxilios Espirituales. En el hospital, el P. capellán lo visitaba diariamente. Ya en casa, le administré la Santa Unción tres veces a lo largo del agravamiento de su enfermedad. Todos los días celebraba yo para él y por su salud la Santa Misa. Le llevaba la Comunión todos los días cuando ya no podía ni llegar -veinte pasos- a la Capilla a compartir la Eucaristía. Le di la Absolución varias veces. Y todas las Bendiciones. Desde dos días y medio antes, estuve junto a él, casi todas las horas. En las últimas catorce horas le iba rezando salmos y la Recomendación del alma. Le cogía las manos, y cuando le soltaba, me buscaba la mano. Tres horas antes le había llevado el Viático. Comulgó unas gotas del Sanguis que le di con una cucharilla, pues le era ya muy dificultoso pasar una partícula de la Hostia. Murió en mis brazos, entre mis manos y con el Crucifijo en las suyas. Estuvo plenamente cosciente prácticamente hasta unos minutos antes de expirar, aunque ya no podía pronunciar palabra.
En las últimas 48 horas sufrió mucho: la debilidad de sus pulmones le impedía ya respirar medianamente. Miraba a un icono del Sdo. Corazón de Jesús que tenía enfrente de sus ojos, y costosamente, repetía la jaculatoria, aprendida de niños: ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
Al fin, el Señor lo recogió para sentarlo a su Mesa, sin duda, como "siervo bueno y fiel", según creemos y sabemos con certeza absoluta los que confiamos en el Señor. Eran exactamente las tres de la tarde, hora también providencial: la hora en que eran sacrificados los corderos en el Templo de Jerusalén, y por eso fue la hora en que, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, entregó al Padre su Espíritu en el Gólgota. Me encontraba yo solo con él, pues los padres aún departían en la sala. Yo mismo le cerré los ojos y llamé, ya llorando, a los padres, que vinieron inmediatamente; aún estuvimos orando unos minutos. Después ya, el P. Prior rezó el responso.
2. Para mí ha sido una Gracia inmensa y una gran Bendición el haber podido estar a su lado estos cuatro meses. Además de nuestras dos enfermeras y de la Hna. Sierva de María que le acompañaba durante la noche, dejo testimonio de varios sacerdotes que ejemplarmente lo visitaron amical y paternalmente. He sufrido con él, aquejado, a veces severamente, de confusión espiritual. Y me he unido a sus sufrimientos, que el Señor, por obra de la Fe, -el opus fidei- sabe trasformar en espléndido gozo.
Dios obra como Dios, dice S. Agustín. Y así todo ha discurrido providencialmente, es decir, como preparado divinamente por la Providencia, como tantas veces me oís decir. Tanto el proceso primero de la enfermedad, dándonos tiempo a tomar conciencia de su estado, como el agravamiento tan doloroso en Madrid, y especialmente el último mes en Salamanca.
Cuando le decíamos que había muchísima gente orando por su salud, preguntaba: - ¿Pero estáis pidiendo el milagro? -Sí. Hemos pedido el milagro hasta el último instante, como nos manda el Señor: Orad sin descanso… pedid y se os dará… Hasta el cumplimiento de las indicaciones de los médicos, lo hacíamos con el convencimiento y tesón con que los amigos del paralítico de Cafarnaún abrieron el boquete en el techo para colocarlo ante los pies de Jesús. Dios no nos ha regalado el milagro y el consuelo de su curación, pero nos ha concedido otros no pequeños milagros que se perciben a la trascendente Luz de la Fe, y que mente y corazón saben que son milagros, -miracula, mirabilia- maravillas, es decir, modos admirables y providentes de obrar Dios para nuestro Bien.
3. De sobra deciros nada sobre él. Lo conocisteis, acaso mejor que yo. Siempre se tomó con plena seriedad su Profesión religiosa y su Sacerdocio. El Medio Divino, del científico y místico jesuita P. Teilhard, Sta. Teresa, y S. Juan de la Cruz, Sta. Teresita del Niño Jesús, entre muchas otras obras, fueron su constante alimento espiritual. Eso le llevó, ya ad portas de sus 50 Años de Sacerdote, a pedirle con enorme valentía al Señor una enfermedad larga y dura. Un íntimo amigo de Ángel, me acaba de enviar su Diario hace unas horas, y que aún no he podido leer. De temperamento, diría, místico. Ofrecidos tenía su vida y sufrimientos pro salute Ecclesiae. O como dice S. Pablo, para ofrecer en su carne algo de los padecimientos que faltan al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Y el Señor, como a muchos santos, le cogió la palabra.
Todos han sabido y agradecido su celo apasionado, su piedad sincera, su entrega sacerdotal a enteras, su amistad total y su infatigable trabajo a corazón abierto en los distintos campos pastorales y eclesiales. De párroco en Ntra. Sra. de La Caridad, aún se dio tiempo para enseñar Filosofía de la Religión en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, pues consideraba el aula como sector importante de su parroquia. Se imprimía también el boletín Caridad, para que llegase gratis el anuncio de la fe a quienes no se acercaban a la parroquia.
De aquí fue de Prior al Monasterio de San Millán, y en el mismo trienio, párroco del pueblo, donde llevó a cabo la restauración y embellecimiento de su templo parroquial. Sobre el trabajo del P. Ángel en ambos frentes, le oí decir a un venerable fraile: “Este prior es capaz de echarse el convento al hombro”. Y cuando le decían que debía descansar, solía responder: ¡Qué, si el trabajo no cansa! O ¡Arriba descansaremos!
II. 4. Yo, particularmente, -y creo que todos- debemos dar muchas gracias a Dios por él. Así me lo expresan con palabras muy bellas y sentidas, tantas llamadas y correos que aún sigo recibiendo. Por eso, en medio de la pena tan honda de esta separación de mi hermano Ángel, que personalmente ha sido casi-todo para mí, experimento también el gozo inmenso de saber que pasó haciendo mucho bien, aunque parezca petulante la alusión, nada menos que a la Vida de Jesús. Y ya descansa, ¡descansa! -quizá por primera vez-, y goza ya del Padre en su Reino.
Casi puedo decir que de la parroquia Ntra. Sra. de la Consolación de Chiclayo, sobre todo, y de Ntra. Sra. de La Caridad de Lima, a pesar de los decenios trascurridos, pocas serán, por así decirlo, las personas que no hayan llamado y se han preocupado orando en perseverancia por su salud. No digamos, de la parroquia San Antonio de Las Cárcavas de Madrid, que a pesar de las restricciones y casi prohibición, han estado llamando y viniendo en grupos y de forma particular.
Algunos de los que no iban a misa en la parroquia, han venido a visitarlo, y hasta acudieron a la Exposición del Santísimo que el domingo anterior convocó el P. Nacho para orar por el P. Ángel.
Dejad que el grano se
muera
y venga el tiempo oportuno; dará cien granos por uno la espiga de primavera. Mirad que es dulce la espera cuando los frutos son ciertos. Tened los ojos abiertos y el corazón consolado: Si Cristo ha resucitado, resucitarán los muertos. (Del Breviario).
5. El funeral y sepelio fue muy concurrido; 20 concelebrantes (aunque era sábado). Presidió la celebración el Provincial, P. Daniel Ayala. Especialmente las Comunidades Neocatecumenales de Madrid (vinieron dos autobuses). También de una Comunidad del Camino, de Salamanca, y fieles de la parroquia de San Antonio de Las Cárcavas. Estuvieron en nuestra Capilla varias horas celebrando y cantando salmos con su Liturgia del Tránsito, como ellos lo saben hacer. También participaron con sus inspirados cantos en la Misa y entierro.
El recordatorio que editaron las Comunidades Neocatecumenales, en el anverso representa una muy lograda fotografía del P. Ángel, como rebosante del gozo de la resurrección, tomada el año anterior en el viaje de Bodas en la Domus Galileae. En el reverso, la expresiva silueta de un Crucificado, dibujo de Kiko Argûello. Y las palabras de Jesús: “El que cree en Mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás” (Jn 11 26).
Aquí, en la bellísima Capilla de nuestro Convento de Sto. Tomás de Villanueva de Salamanca, habíamos profesado solemnemente como agustinos recoletos. Aquí recibimos la Ordenación de presbíteros. Aquí, providencialmente, este mismo año, hemos agradecido hondamente los 50 años de gracia, de bendición y de vida sacerdotal. Aquí, finalmente, con decisión gozosa y conciencia plena, mi hermano Ángel entregó su vida a quien se la dio en las manos de Nuestro Señor Dios y Padre.
Agradecimiento de corazón a todos. Y un fraternal abrazo. Bendiciones.
Quedad con la Paz y el Gozo de nuestra Fe.
P. Donato
Casi puedo decir que de la parroquia Ntra. Sra. de la Consolación de Chiclayo, sobre todo, y de Ntra. Sra. de La Caridad de Lima, a pesar de los decenios trascurridos, pocas serán, por así decirlo, las personas que no hayan llamado y se han preocupado orando en perseverancia por su salud. No digamos, de la parroquia San Antonio de Las Cárcavas de Madrid, que a pesar de las restricciones y casi prohibición, han estado llamando y viniendo en grupos y de forma particular.
Algunos de los que no iban a misa en la parroquia, han venido a visitarlo, y hasta acudieron a la Exposición del Santísimo que el domingo anterior convocó el P. Nacho para orar por el P. Ángel.
Dejad que el grano se
muera
y venga el tiempo oportuno; dará cien granos por uno la espiga de primavera. Mirad que es dulce la espera cuando los frutos son ciertos. Tened los ojos abiertos y el corazón consolado: Si Cristo ha resucitado, resucitarán los muertos. (Del Breviario).
5. El funeral y sepelio fue muy concurrido; 20 concelebrantes (aunque era sábado). Presidió la celebración el Provincial, P. Daniel Ayala. Especialmente las Comunidades Neocatecumenales de Madrid (vinieron dos autobuses). También de una Comunidad del Camino, de Salamanca, y fieles de la parroquia de San Antonio de Las Cárcavas. Estuvieron en nuestra Capilla varias horas celebrando y cantando salmos con su Liturgia del Tránsito, como ellos lo saben hacer. También participaron con sus inspirados cantos en la Misa y entierro.
El recordatorio que editaron las Comunidades Neocatecumenales, en el anverso representa una muy lograda fotografía del P. Ángel, como rebosante del gozo de la resurrección, tomada el año anterior en el viaje de Bodas en la Domus Galileae. En el reverso, la expresiva silueta de un Crucificado, dibujo de Kiko Argûello. Y las palabras de Jesús: “El que cree en Mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás” (Jn 11 26).
Aquí, en la bellísima Capilla de nuestro Convento de Sto. Tomás de Villanueva de Salamanca, habíamos profesado solemnemente como agustinos recoletos. Aquí recibimos la Ordenación de presbíteros. Aquí, providencialmente, este mismo año, hemos agradecido hondamente los 50 años de gracia, de bendición y de vida sacerdotal. Aquí, finalmente, con decisión gozosa y conciencia plena, mi hermano Ángel entregó su vida a quien se la dio en las manos de Nuestro Señor Dios y Padre.
Agradecimiento de corazón a todos. Y un fraternal abrazo. Bendiciones.
Quedad con la Paz y el Gozo de nuestra Fe.
P. Donato