Sin “Consuelo”
En la primera curva del verano se encontraba con una humilde competidora de su luz y de su calor. Consuelo, una de las hijas de la panadera, como se les conocía hace ya unos cuantos años, se acomodaba a la sombra de la cuesta de la plaza. Y siempre te recibía con esa placidez de las personas humildes en su propia bondad. A mí me inspiraba siempre una enorme ternura y una diáfana tranquilidad. En sus gestos, en su mirada limpia, en su sonrisa franca, parecía que se paraba el tiempo ... (ver texto completo)
En la primera curva del verano se encontraba con una humilde competidora de su luz y de su calor. Consuelo, una de las hijas de la panadera, como se les conocía hace ya unos cuantos años, se acomodaba a la sombra de la cuesta de la plaza. Y siempre te recibía con esa placidez de las personas humildes en su propia bondad. A mí me inspiraba siempre una enorme ternura y una diáfana tranquilidad. En sus gestos, en su mirada limpia, en su sonrisa franca, parecía que se paraba el tiempo ... (ver texto completo)