Pidió una vez el ciervo a la
oveja que le prestase un celemín de trigo. Esta no puso muy buena cara, y viendo el ciervo como recelaba, le dijo:
“No tienes motivo para desconfiar de mí, ya que soy un ciervo honrado y cumplidor. A pesar de todo, y para que estés más tranquila, me obligo a presentarte un fiador que me avale. De ese modo no tendrás nada que temer y podrás prestarme el trigo con la seguridad de que lo recuperarás llegado el momento”
" ¿Y quién es ese fiador que ofreces como garantía?"
... (ver texto completo)