La primera parada que hubo en
Deza estaba en un
edificio del tio Carmelo, en
las eras bajeras y había dos
caballos sementales tremendos y el recela que era una preciosidad. Al cargo de ella había un cabo del
ejército y un soldado y ambos se cuidaban del buen funcionamiento de la misma. Su trabajo consistía en tener las
cuadras limpias como los chorros del oro, sacar los caballos de
paseo diariamente y dar el servicio que exijian para sus
yeguas y burras, todo aquel que venía queriendo tener un potrillo
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