Efectivamente, éste era el molino de la tia Fausta cuando estaba ya en ruinas. En sus años de esplendor era otra cosa. Estaba lleno de vida tanto en su interior como en su interior. Continuos viajes del molinero al pueblo en busca de grano para moler, sonando las campanillas del collar de su caballo y el rodar de la piedra moliendo el grano, convirtiéndolo en harina apta para hacer pan y tortas o pastura para los animales, según lo que se moliera. Eran otros tiempos... Las grandes harineras o fábricas ... (ver texto completo)