A los que nos ha tocado vivir muchos años del siglo pasado, si observamos con detenimiento éste cuadro, podemos sacar en conclusión que el tiempo no se ha movido en Deza. Tiene ese color peculiar de la tierra ocre de la arcilla, del color de la Gila, que siempre ha perdurado en nuestro pueblo, hasta que llegaron nuevas modas y esas fueron la de pintar las casas de blanco, una cosa que no pega; pero que al fin y al cabo no nos importa mucho pues ya no queda ni una sin maquillaje. Y el arco, como el ... (ver texto completo)